El duelo en niños y niñas en esta situación de confinamiento y pandemia

Los niños y las niñas dependen de sus adultos de referencia para adaptarse saludablemente a las circunstancias complicadas. Nos encontramos ante una situación totalmente nueva para ellos y para nosotros… la obligación de estar en casa, salirnos de la rutina, y también de aquello que nos evade… Y además el miedo a la muerte y a la enfermedad, la realidad de que alguien cercano esté contagiado o haya muerto por este motivo o cualquier otro… Una suma de factores difíciles.

Está suponiendo todo un reto adaptarnos, y también lo es acompañar a los pequeños en su propia adaptación, sobre todo porque se mueven nuestros propios dolores, miedos o preocupaciones.

Pero tienen derecho a que lo intentemos, aquí van unas cuantas pautas que pueden ayudarnos:

🦋 Procurad responder a sus preguntas con la mayor claridad y ajuste a su capacidad de comprensión.

🦋 Es importante tranquilizarles al respecto de su propia muerte o enfermedad y la de sus familiares. Sobre todo a los más pequeños les podemos recordar que “muere la gente que es muy muy mayor o muy muy malita, y los mayores estamos haciendo todo lo posible para protegerles y protegernos”.

🦋 No debemos negarles la realidad. Si no sabemos la respuesta, les diremos que no la sabemos, sin inventarnos. Por ejemplo: “No sabemos cuándo acabará el estar encerrados pero sí sabemos que volveremos al colegio, a trabajar, a ver a los amigos…”.

🦋 Si como familia estamos en duelo, hablemos de cómo nos estamos sintiendo (tristes, enfadados, contentos, miedosos…). En nuestro proceso tendremos momentos de mayor dolor por la pérdida y otros de menos o, incluso, alegres alrededor de recuerdos bonitos. Ambos dos pueden ser compartidos con los más pequeños.

🦋 Es importante proteger a los menores de situaciones de desbordamiento en las que perdemos los nervios, el dolor es muy desgarrador o nos invade el miedo. Puede servirnos hablar con otro adulto o buscar soporte. Recuerda que el dolor no mata y todos somos capaces de sobrevivir a un proceso de duelo.

🦋 Frente a una posible pérdida, es importante hablar con ellos para que puedan integrar esta realidad. Podemos invitarles a hacer algún dibujo, manualidad o escrito para despedirse e intentar hacérselo llegar a la persona que esté muriendo si es posible.

No olvidemos que aun siendo muy pequeños, sienten muy fuerte y son tan capaces como nosotros de superar situaciones estresantes y elaborar sus duelos, solo necesitan protección, información y muchísimo cariño para hacerlo de forma saludable.

Ayuda emocional tras la muerte de personas por la pandemia

Ante la situación actual que estamos viviendo de confinamiento, en los que el dolor y la soledad ante la pérdida de un ser querido pueden verse agravados, desde Goizargi nos ponemos a disposición de cualquier persona que necesite apoyo en estos días tan complicados.

Sabemos lo difícil y duro que es perder a alguien que quieres, más aun en un momento social tan complejo.

Sabemos también que cuando existe una naturaleza traumática en la muerte o una falta de apoyo social, los procesos de duelo que vivimos o vamos a vivir pueden complicarse o ser duelos de riesgo.

Por eso queremos acompañarte y estar cerca de ti si quieres y lo necesitas, porque también sabemos que la ayuda y el acompañamiento en estos momentos son siempre un factor preventivo.

Si te encuentras en esta situación o alguna similar, escríbenos, llámanos, dinos que necesitas y haremos todo lo posible por acompañarte.

En este momento el cuidado físico es sin duda lo primero, sin embargo también hemos de estar atentos al cuidado emocional de las personas que sufren…

NO DUDES EN CONSULTARNOS LO QUE NECESITES. ENVÍA TU DEMANDA A NUESTRO EMAIL (asociacion@goizargi.org) O LLÁMANOS POR TELÉFONO (660 034 101/948 363 883). NOS PONDREMOS EN CONTACTO CONTIGO.

No somos muy de consejos, pero… aquí van unos cuantos para estos días complicados

Estamos ante una nueva situación que probablemente muchos de nosotras y nosotros jamás habíamos vivido. Resulta extraño saber que NO DEBEMOS SALIR DE CASA, y lo chocante que esto resulta con la realidad que, tal vez, muchas de nosotras y nosotros hemos vivido al experimentar o estar experimentando un proceso de duelo por la muerte de nuestros seres queridos.

En ocasiones, una respuesta normal, básica y real que nos sucede al morir alguien cercano es la necesidad de aislarnos, de no relacionarnos. La sensación que tenemos en ocasiones de falta de comprensión, de validación de nuestro propio sentir. Probablemente por esto para nosotras y nosotros esta situación de cuarentena es tan “extraña”.

Estamos viviendo un duelo en el que lo que prima en muchos momentos es el dolor, la tristeza, la usencia del que ya no está y, a la vez, todo esto lo estamos viviendo y lo vamos a vivir en “relativa soledad”. Ya no elijes aislarte, estar sola o solo, ahora es una obligación. No puedes ni debes salir de casa.

Toca mirar hacia adentro y en muchas ocasiones los cimientos empiezan a tambalear… o tal vez no. Es un momento “obligado” de reflexión, de toma de conciencia. A la par, comenzamos a darnos cuenta de lo importante, de que tal vez esa frase que alguien te dijo en un momento dado no era tan transcendental como para negarle el saludo o la mirada, que tal vez las personas nos intentamos apoyar las unas a las otras con las muchas o pocas herramientas que tenemos cada una para hacerlo. Cuando nos niegan la libertad, el compartir, el abrazo, el encuentro… nos damos cuenta de lo necesarios que son.

Eso a nosotras y nosotros, que sabemos lo que es sentir el dolor por la ausencia, no nos sorprende. Quizás lo que diferencia nuestra realidad es que cuando esto termine todas y todos podremos volver a abrazarnos porque gracias a todas y todos esto tendrá un fin. El PARA SIEMPRE Y EL NUNCA MÁS tan desgarrador en los procesos de duelo plantea la verdadera diferencia.

Por eso es importante que respiremos mucho, que nos centremos en el hoy, en el ahora. Que observemos la capacidad que tenemos de cuidarnos y atendernos de un modo u otro. En realidad no estamos solos, no hay más que observar todos los movimientos sociales que se están dando estos días. Juntos funcionamos mejor, somos más fuertes.

Hay algunos consejitos (y eso que lo de los consejos no nos gusta mucho), que tal vez puedan ayudarnos a todos y también a esas personas que en estos días complicados, además, se les suma el dolor por la pérdida de alguien significativo. Ahí van…

  1. Evita la sobreinformación: en ocasiones puede generar ansiedad y bastante tenemos ya de base… Está bien que podamos conocer información al respecto pero con una vez al día puede ser suficiente. Decide tú el momento en el que quieras saber.
  2. Dale la vuelta al pensamiento. Intenta no pensar en que no puedes salir, piensa que entre todas y todos estamos consiguiendo mejorar la situación para salir cuanto antes.
  3. Relaciónate y comunícate con los tuyos. Propón encuentros, espacios de diálogo. Es curioso ver como en momentos difíciles se agudiza nuestra creatividad. Recuerda a tus compañeras y compañeros de duelo. Ellas y ellos también están como tú. Date permiso para llamarles, escribirles… Hagamos red entre todas y todos.
  4. Busca actividades físicas y/o manuales para hacer. Piensa en todo eso que siempre has querido hacer pero nunca encuentras el momento… Ahora es el momento. Puedes escribir lo primero que te venga a la cabeza, un diario sobre esta situación, puedes ordenar esas fotos que están ahí guardadas, o aprender a dibujar y/o pintar. ¡Déjate y verás cómo tu mente está llena de ideas!
  5. Date permiso a sentir, lo que sea que sientas. Van a ser días complejos donde se nos agolpan muchas emociones. Tú sabes bien qué es eso de sentir muchas cosas a la vez. Respira, no las niegues y recuerda que pasarán.
  6. Si estás acompañada/o en estos días… recuerda que todas y todos estamos pasando por esto. Un poco de calma entre todas y todos. Si necesitas espacios para ti, date el permiso de pedirlos y también de entender las necesidades individuales de las y los demás.

RECUERDA QUE EN GOIZARGI ENTRE TODAS Y TODOS VAMOS A PASAR ESTOS DÍAS JUNTOS DE LA MEJOR FORMA POSIBLE. ¡SOMOS UN EQUIPO!

Seguiremos acompañando por la redes

“En el GAM nos comprendemos y eso lo es todo”

En Goizargi ofrecemos diversos servicios acorde con las necesidades de nuestras personas usuarias. Uno de ellos es el GAM (Grupo de Ayuda Mutua), un espacio de comprensión y normalización del proceso de duelo entre personas a las que les une una misma circunstancia vital y un proceso emocional similar. También es un lugar que brinda la posibilidad de establecer nuevas relaciones y amistades. El grupo se junta cada 15 días y está acompañado por dos facilitadoras voluntarias de la asociación.

Para poder entender lo que significa os dejamos unas frases y reflexiones de las personas del grupo sobre el mismo: ¿Qué significa el GAM para ti? ¿Qué te aporta?:

🦋 “Para mí es la continuación positiva del duelo, aprender a vivir sin ellos”

🦋 “Aquí hemos podido conocernos a fondo, entablar relaciones con personas que están en las mismas circunstancias que yo. Es realmente reconfortante”

🦋 “El GAM me ayuda a soportar esa sensación de soledad, ante la ausencia de mi mujer, que vivo a diario”

🦋 “Cuando has vivido algo que te ha marcado tanto y te juntas con personas que han vivido circunstancias parecidas, te das cuenta de que sus experiencias te pueden ayudar y las tuyas pueden ayudar a los demás”

🦋 “Los problemas compartidos son menos problemas y las alegrías compartidas son más alegrías”

🦋 “En el GAM nos comprendemos y eso lo es todo”

Reflexiones de vida durante el proceso de duelo

Un usuario muy especial ha decidido cedernos las cartas escritas a su mujer, sus reflexiones de vida durante el proceso de su duelo, con la intención de que compartirlas sirva para acompañar a otras personas en su dolor.

Desde la asociación, ¡Gracias de corazón!

Esta es una de sus cartas:

 

“Gracias amor por compartir tu existencia, tu vida, junto a mí… esa vida que parece larga pero que a mí se me ha hecho muy corta.

Gracias por compartir esas pequeñas cosas del día a día, las alegrías y las tristezas, las risas y los lloros, las ilusiones y desilusiones, los silencios y las palabras, el día y la noche, tu esfuerzo y ayuda… Tu mal y buen genio, tus proyectos y secretos, tu saber hacer y estar, tus virtudes y defectos… nuestras hijas y nuestros nietos… En fin, gracias por tantas y tantas cosas.

Dicen que es de buen nacido ser agradecido y que se suele reflejar en un regalo, un beso, una palabra… En este caso el regalo para ti es una rosa, una rosa roja que para mí representa el amor eterno que te tengo, y la palabra te quiero, ¡ya sabes cómo y cuánto!

Te oigo en mi corazón. Oigo como tú también me das gracias… No hay de qué, te mereces esto y mucho más.

Te agradezco de parte de todas las personas que te conocían, tus amigas, vecinos… por tu amabilidad y simpatía. Un vecino, que ya sabes quién es, me suele comentar que un día se encontró contigo en el portal y te deseó los buenos días, y tú le contestaste: ¡Serás mentiroso! Si hace un día de perros. Me dice que la forma en que lo dijiste, esa gracia… te hacían única, y que gracias a esas cosas sonríe cada vez que te recuerda.

Gracias también de parte de las enfermeras del hospital por hacerles más llevadero su trabajo. Aún me acuerdo cuando tras la última sesión de radio te despidieron cantando ‘Adiós con el corazón, que con el alma no puedo…’.

¿Cómo no voy a darte las gracias por tantas y tantas cosas? Parece que te pongo en un pedestal… Y claro que todos tenemos defectos, pero en tu caso las virtudes, las cosas buenas, los superan con creces.

Tu ayuda, tu empuje, que me elegiste, tu cariño… en fin, toda tu vida sin separarte a mí. Solo decirte una cosa: te quise, te quiero y te querré.

Muchas gracias, Amor”

El día en que el Silencio se escucha, no es incómodo y se permite

Nos encanta el otoño. Hace que el tiempo se ralentice invitándonos a ir más lento, a pisar con cuidado, a mirarnos hacia adentro.

También nos parece una época propicia para reflexionar sobre la muerte, el duelo, sentirnos, compartirnos… Hoy es el día.

El día de hoy recibe muchos nombres, “Día de Todos los Santos”, “Día de los Muertos”… para nosotras es el “Día”.

El día en que parece que nuestras defensas, nuestros sustos, miedos y temblores desaparecen para hablar de la Muerte, del dolor.

El día en que podemos recordar juntos.

El día en que las lágrimas pueden ser.

El día en que la tristeza es “parte de” y no se le mira como a una extraña.

El día en que el Silencio se escucha, no es incómodo y se permite.

El día en que ponemos nombre, lugar, fecha y cara a las personas y lugares que nos han dolido, que nos duelen y que también nos han hechos felices durante nuestra Vida.

El día en que mostramos nuestros Duelos de una forma natural y bella. Como si fuera parte de la Vida. Y cómo nos gustaría poder quitar ese “como”.

Porque las personas que hemos vivido la muerte de un ser querido necesitamos dolernos y expresar las emociones cada día del año. Necesitamos del dolor para sanar. Aunque sabemos que resulta difícil de entender.

Porque las personas que hemos vivido la muerte de un ser querido necesitamos hablar, compartir y recordar.

La necesidad de recordar y honrar a nuestros muertos es tan antigua como el ser humano. Viene escrita en nuestros genes y en todas las culturas del mundo.

Honrar, que palabra tan bonita. Vida Vivida. Vida compartida. Orgullo. Amor. Estima. Respeto. Consideración. Admiración. Recordar. Volver a pasar por el corazón. Para Siempre. Juntos. Infinitos.

Suena en nuestras cabezas, y además lo hace en modo bucle, el estribillo de aquella preciosa ranchera que decía: “Amor verdadero nos une por siempre en el latido de mi corazón”.  Sí, es de la película “Coco”. Nos encanta. Tenéis que verla.

Hoy es el día para que si tú quieres, puedas compartir tu memoria. Vuestra historia. Tu historia.

Si no quieres o no puedes hacerlo, también está sano. Permítetelo.

¿Te apetece compartir algo con nosotras?

Por nuestra parte, será un privilegio leeros.

¡Un abrazo!

“VIVÍ, VIVO Y VIVIRÉ”

Suicidio. Muerte elegida. Dos palabras juntas que suponen una ecuación incomprensible para la mayoría de las personas.

Yo tardé tres años en comprenderlas; dos años más en digerirlas y posarlas en mi corazón.

Bueno, qué más da el tiempo, si solo existe en nuestro reloj de muñeca. Lo que importa es el pulso interno, en el que el tempo y el ritmo se cuentan a latidos, a recuerdos, a miradas, a gritos, a suspiros, a lágrimas, a sonrisas, y no en segundos ni minutos.

Mi Padre se suicidó cuando yo tenía 25 años.
Mi mundo se congeló. 65 grados bajo cero.

¿Por qué lo hiciste? ¿Te incité a hacerlo con algo que dije o hice? ¿No éramos suficiente para ti? 100 grados bajo cero.

Muy, muy, muy jodido. Perdonad, pero no encuentro otra palabra para definirlo.

¿Sabéis que es lo que más me ayudó a descongelarme?

El calor del poder compartir mi frío.

El tener personas a mi lado con las que poder nombrar la realidad tan dolorosa que estaba viviendo, el SUICIDIO de mi PADRE.

El haber tenido personas a mi lado que no dijesen palabras o frases hechas por rellenar silencios incómodos, sino que simplemente estaban. A su manera, pero estaban y así me lo hacían sentir.

El haber tenido personas a mi lado que me acolcharon las paredes con algodón y me permitieron darme los cabezazos necesarios hasta fundir mi rabia.

Los abrazos sin cronómetro.

El haber tenido personas que me reconocieran en mi dolor más absoluto.

El haber contado con personas que me acompañaran en mis primeros “sudores”, sin preguntar por qué esto o por qué lo otro.

El haber tenido personas que no me sacaran de mis ganas de estar “mal”, de mis días grises.

El haber tenido a personas que sin entender nada, comprendían todo.

Eso me curó.
El apoyo y el calor familiar y social son imprescindibles.
Eso y mis ganas de Vivir. ¡Jobar, resumirlo así, me parece casi un insulto!

Hoy, 17 de noviembre, Día Internacional del Superviviente por Suicidio, quisiera poder decir algo. Algo mío. Y solo mío.

No me siento superviviente. Me considero Viviente.

He vivido el suicidio de mi Padre. Lo he superado. Viví en su día y Vivo ahora.

Sé que es el “cómo” de la historia lo que lo cambia todo.

Mi Padre no encontraba sentido a su vida. Su problema era la Vida.

Sostener eso durante tantos años, verle no vivir, era una tortura para él, para mí, para mi Familia.

Por eso, Yo empecé a Vivir tras su muerte…
Uf…

Por eso no me considero superviviente.
Siempre me “chirriaba” esa palabra, ahora ya sé por qué.

Eso fue mi gran culpa. Eso fue mi hueso.
Eso era lo que me rompía.
Esa fue mi gran tarea de duelo, el perdonarme por revivir con su muerte.

Joder, él sí que sobrevivía. Él no encontraba sentido a nada y, sin embargo, gracias a él yo lo encontré y lo encuentro cada día.

Por eso es por lo que lucharé con todo mi calor, con todo mi frío, hasta mi último aliento, para que NADIE más tenga que sobrevivir así.

Lucharé para que sepan que hay alternativas, que el no querer vivir se puede transformar.

Lucharé intentando ayudar a descongelar corazones como lo hicieron con el mío.

A todas las personas que han vivido la muerte por suicidio de un ser querido, este día y los 364 restantes,

Os mando un abrazo cargado de esperanza, complicidad, fuerza y AMOR.

“Siempre Juntos J, I, E, S”

— 

Sara Pérez Pizarro.
Doliente y Viviente.
Psicóloga de la Asociación Goizargi.