El proceso de duelo a través del dibujo

Para completar el escrito de la semana pasada, nos gustaría mostraros algunos ejemplos de dibujos que niños, niñas, adolescentes y personas adultas nos han permitido compartir con todas y todos vosotros.

En estos dibujos podemos ver de qué manera le vamos poniendo forma a las emociones, situaciones y procesos que muchas veces nos cuesta hacerlo con palabras.

  1.  Peque de 12 años.

Antes de realizar este dibujo, estuvimos hablando sobre lo difícil que nos resulta muchas veces conocer nuestra emoción y expresarla en nuestro entorno. Nos da miedo que nuestras emociones hagan daño o no tengan lugar a nuestro alrededor y nos las guardamos. Al intentar reflejarlo con el dibujo, apareció esto: muchas emociones que se mezclan entre ellas, con diferentes formas, y la sensación de que se sumergen en un pozo oscuro cuando no las compartimos (que muchas veces acaba explotando).

  1. Peque de 11 años.

En la sesión, sentíamos que, en el proceso de duelo, al pensar en nuestros seres queridos que han muerto, una bola gigante aparece en nuestra tripa y hace que nos duela todo el cuerpo. Nos dimos cuenta de que las emociones se entrecruzan y se atascan… Le invitamos a plasmarlo en el papel (con pintura de dedos) y luego poco a poco, observando el dibujo, a intentar conocer cuáles eran las emociones que se agarraban en la tripa.

  1. 32 años.

Cuántas emociones aparecen a lo largo del proceso: tristeza, nostalgia, rabia, miedo… Una de ellas, que nos cuesta mirar, es la culpa. Qué difícil es ponerle palabras y darle forma. Lo intentamos a través del dibujo pudiendo darnos cuenta del peso que implica esta emoción, de cómo nos oprime el pecho y la garganta, se nos enreda en la cabeza e incluso nos dificulta mirar hacia adelante. Ahora podemos darle lugar, intentar desenredarla, cambiarla de forma… Gran tarea.

  1. 33 años

Conforme transitamos el proceso, también vivimos millones de emociones que nos acompañan a lo largo del mismo. Nos cuesta darnos cuenta de que, paso a paso, van cambiando y el dolor se transforma. Hay veces que necesitamos echar la vista atrás y tomar consciencia de todo lo caminado, de todo lo transitado… En este dibujo, intentamos reflejarlo: cómo del dolor más oscuro y profundo, aparecen diferentes emociones. Todas ellas sanas, con su función y su vida.

  1. Peque 10 años.

También en la infancia, echar la vista atrás y reconocer el proceso elaborado es muy importante. En este caso, lo elaboramos en forma de camino y de cómo las emociones van cambiando en el mismo, del rojo más rabioso y doloroso, al amarillo y blanco, como la luz. Dándonos cuenta de que nuestro corazón va cambiando, nuestra herida va sanando, dejando siempre una cicatriz y un lugar muy especial para nuestro ser querido muerto en el corazón.

  1. Peque 9 años.

Y finalmente, en este dibujo podemos observar diferentes momentos significativos del proceso de un peque tras vivir la muerte de un ser querido. El dolor y la tristeza de la noticia, la importancia del compartir con un grupo de iguales (en el q compartimos nuestras emociones y a nuestros seres queridos muertos); lo esencial del acompañamiento y la necesidad de la despedida en familia.

Gracias, de corazón, por darnos la oportunidad de compartir estos dibujos, vuestras emociones y vivencias. A través del dibujo, podemos plasmar, ordenar, recolocar y expresar tanto como necesitemos. No olvidemos que es una gran herramienta en la expresión y en el acompañamiento.

¿Cómo utilizar el dibujo como medio de expresión?

En nuestra sociedad nos cuesta mucho dar espacio y lugar a las emociones, no a todas, pero sí a la mayor parte de las que vivimos en los procesos de duelo. La alegría o el amor lo compartimos sin ningún problema, forma parte de nuestras relaciones sociales y estamos acostumbrados a expresarlo, a verlo y escucharlo en nuestro alrededor, pero ¿qué ocurre con otras emociones como la tristeza o el enfado? 

Parece que hemos «catalogado» las emociones en dos grupos, las positivas y las negativas, forjando una tendencia a evitar aquellas que consideramos negativas o nos producen dolor, creyendo que así no lo sufriremos. Esto ha generado una dificultad en nosotros a la hora de expresar nuestras emociones en sociedad, de darnos el permiso de darles su lugar y compartirlas con nuestro alrededor.

Asimismo, esto se les transmite a las y los más pequeños, aunque ellos todavía se dan el permiso de expresar cada emoción que aparece en sus tripas. La dificultad que podemos encontrar en ellos es la del conocimiento y reconocimiento emocional, ya que están en un continuo proceso de aprendizaje a todos los niveles y necesitan a las personas adultas como modelos para conocer las emociones y su expresión.

Cuando no podemos compartir y expresar verbalmente nuestras emociones, utilizamos muchas herramientas que nos permiten expresarlas de diversas maneras, entre ellas podemos usar el deporte, la música o el dibujo. Esta semana, vamos a darle un espacio al dibujo como medio de expresión, no solo en la infancia, también en la etapa adulta. El dibujo es una herramienta de expresión que nos acompaña desde bien pequeños y que, de forma muchas veces inconsciente, hemos utilizado para expresar lo que no podemos con palabras.

Sacar la emoción

Podemos utilizarlo en aquellos momentos que sentimos la necesidad de sacar esa emoción, pero no sabemos hacerlo con palabras o preferimos hacerlo en la intimidad. No necesitamos que exista un objetivo concreto, simplemente podemos coger un folio y diversas pinturas, buscar un espacio tranquilo y cómodo en el que sintamos seguridad, y darnos el permiso de sentir aquellas emociones que se mueven en nuestro interior y darles forma en el papel. Muchas veces, relajarnos y respirar profundamente nos ayuda a sentir más tranquilidad en nuestro cuerpo y permitir que las emociones aparezcan. Podemos incluso cerrar los ojos e intentar escuchar nuestro cuerpo, ver si se mueve o, incluso, si hay partes del mismo que molestan o están tensas, como si sostuvieran alguna emoción. Mirándolo, escuchándolo, sin juicio, permitimos que nuestro cuerpo se suelte y la emoción aparezca poco a poco.

Hay momentos en los que necesitamos algo más para conectar con nuestras emociones, buscar estímulos que nos permitan esa conexión puede ser de ayuda para luego darles lugar a través del dibujo. Una canción, una película o una reflexión sobre las emociones podría facilitar esa conexión y después acompañarnos en la expresión.

Cuando utilizamos el dibujo en las y los más pequeños es necesario que reciban una pequeña guía, que hablemos con ellos sobre las emociones, que las conozcan y, después, intentar facilitar que las reconozcan en ellos mismos. Pedirles que dibujen cómo son sus emociones, compartir un recuerdo o una vivencia con ellos y que dibujen cómo se sintieron entonces, incluso que dibujen cómo ha sido su emoción a lo largo de un tiempo o proceso. Esto les ayudará a conocer su mundo emocional, a normalizarlo y tomar consciencia de que cada emoción tiene su lugar y su función, nos acompañan en diferentes momentos de nuestra vida, son como guías que nos muestran cómo está nuestro cuerpo y, muchas veces, cuáles son nuestras necesidades.

La verbalización emocional en la infancia es muy limitada, por lo que el uso del dibujo nos puede facilitar la expresión y ayudar a conocer su emoción y acompañarla de la forma más adecuada. Es importante, en el caso que así lo veamos necesario, dar un espacio a compartir los dibujos con las y los más pequeños, esto nos dará más información sobre su emoción y también fomentará el conocimiento y expresión verbal de sus emociones. Sería vital favorecer la expresión de cualquier emoción, desde bien pequeños, fomentando así la elaboración de herramientas que nos acompañen a lo largo de la vida, facilitando el reconocimiento, la expresión y la gestión emocional.