La fuerza del grupo

Empieza el curso y con él comienzan las diferentes actividades y servicios que ofrecemos desde Goizargi con el objetivo de acompañar a todas aquellas personas que están atravesando este camino al que llamamos duelo. Uno de los servicios que retomamos en septiembre son los grupos de duelo, por ello queremos ofreceros unas pinceladas acerca de los mismos. ¿Qué es un grupo de duelo? ¿Qué supone para mí? ¿Cómo influye en mi proceso de duelo? ¿Cómo me puede ayudar en mi sufrimiento?

Estos grupos están formados por personas que están viviendo una pérdida y el dolor que esta implica. Generalmente está constituido por personas que han vivido pérdidas distintas (padre/ madre, pareja, hijo/hija…), aunque siempre habrá personas que compartan el tipo de pérdida. Se reúnen semanalmente, están dirigidos por una profesional y en ellos se comparten e intercambian vivencias y recursos que puedan servir de guía a los compañeros y compañeras para aliviar ese dolor y poder adaptarse de una manera sana a la nueva situación que les toca vivir tras la pérdida.

Participar en un grupo de duelo tiene numerosos beneficios para las personas que están viviendo una pérdida, destacando el vínculo que se crea entre las personas dolientes, un vínculo realmente significativo, fuerte y reconfortante ya que comparten uno de los sufrimientos más viscerales: el dolor por la muerte de un ser querido.

Además, en el grupo se encuentra un espacio seguro de apoyo emocional y una atmósfera de sostén en la cual tener la libertad de expresarse sin sentir un juicio por ello, algo que aporta una mejora a nivel emocional y físico.

Compartir experiencias similares a las de los compañeros y compañeras disminuye la sensación de aislamiento social y ayuda a normalizar y validar la experiencia de cada uno y una. Calma sentimientos difíciles, crea una gran cohesión grupal y un sentimiento de pertenencia, y se gana confianza en uno mismo para poder recuperar el control de la propia vida y mejorar la autoestima. Todas las personas hablamos el mismo idioma, el del dolor.

Al tener permiso de contar su vivencia sin tapujos, por “extraña” o inadecuada que sea en el contexto diario (por ejemplo: ver a la persona muerta por la calle), en el grupo se descubre que es una reacción natural y universal del proceso de duelo, y la persona se despoja así del sentimiento de “me estoy volviendo loca” que en muchas ocasiones produce esta experiencia.

En el grupo descubren que el dolor en sí y hablarlo abiertamente no “mata” y que la expresión del mismo les abre la posibilidad de recuperarse. No sienten la necesidad de fingir “estar bien”, el grupo se convierte en el único espacio con permiso para expresar cualquier sentimiento, por complejo o “incorrecto” que sea socialmente (ira, tristeza, culpa, soledad, etc.).

Tiene una función didáctica (se aprende con la ayuda de las demás personas) qué es el duelo, que requiere un tiempo y una actitud activa por parte del doliente, las tareas a las que deben enfrentarse, etc. La recuperación o cambio positivo de una persona del grupo es esperanza para el resto y satisfacción y orgullo por el avance del compañero.

El grupo sirve para compartir estrategias de afrontamiento a situaciones o problemas concretos, como las Navidades o el acompañamiento de los hijos e hijas. Entre todas las personas se ayudan en la búsqueda de la estrategia más adecuada a cada situación concreta. Se ayudan a descubrir otras maneras de vivir y afrontar la pérdida, encontrando poco a poco esperanza e ilusión en la vida.

En los grupos se forman pequeñas-grandes redes de apoyo para las personas que están viviendo un duelo por la pérdida de un ser querido. En ellos cada persona va aportando su vivencia, soltando pequeñas “luciérnagas” que iluminan el camino de las demás y ayudan a que el sufrimiento vaya disminuyendo, creando un vínculo de fortaleza grupal.

¿Qué mejor que las propias personas dolientes para transmitir qué ha significado el grupo para ellas y para su proceso de duelo? Os invitamos a ver el último vídeo que hemos publicado, en el que podéis acercaros más a fondo a la experiencia que se vive en un grupo de duelo.

Lecturas de verano para adultos y niños y niñas

Entendemos el verano como una momento de desconexión y ruptura con la rutina, y asociado al placer, pero cuando se está sumergido en un proceso de duelo a veces la sensación es totalmente distinta. La rutina nos da sensación de control y el cambio de horarios, de actividades y de lugar, en muchas ocasiones, tambalea los cimientos de esa estabilidad. Nos vuelve a colocar ante situaciones nuevas que despierta otra vez el dolor y la sensación más intensa de vacío y su ausencia.

Para estos momentos queremos recomendar algunos libros con el fin de poder encontrar en ellos empatía y consuelo en la lectura de estas vivencias, vivencias que se asemejan tanto a lo que nos pasa y que nos hacen tener sensación de hogar y de sentirnos en compañía.

Hoy os traemos cuatro libros para adultos, y también algunos cuentos infantiles, ya que tienen tantas capas que podemos sentirnos identificados y vernos reflejados desde la experiencia de cualquier edad. Además, el especial dibujo y cuidado del diseño en cada uno de ellos, el detalle de cada página, puede sumergirnos en un mar de evocaciones.

Una pena en observación (C.S. Lewis)

Un libro muy agradable de leer, donde te permites conectar con el autor de una forma muy íntima, aunque con una marcada espiritualidad, conecta perfectamente con el día a día de la sensación de vacío que genera el duelo. La sensación de ausencia y el manejo de la misma, la expresión personal y su confrontación con Dios y con la naturaleza humana y la incapacidad o limitación de la compresión racional ante la muerte y los distintos acontecimientos que desencadena un proceso de duelo.

Te me moriste (José Luis Peixoto)

Esta obra de apenas cincuenta páginas fue escrita al poco tiempo de morir el padre del autor. El texto nos sitúa principalmente en el momento exacto de la muerte del padre, justo cuando se produce el epicentro del dolor y combina tres elementos que lo hace sublime: el uso de la segunda persona (Peixoto se dirige constantemente a su padre, como si escribiese una carta de despedida); las reiteraciones (de léxico, de estructuras, de ideas) que imprimen un ritmo de lamento constante; y el enorme lirismo (metáforas, adjetivación) que hacen de este librito un llanto incontenible y hermoso.

El año del pensamiento mágico (Joan Didion)

Es un libro que a pesar de ser bastante breve está lleno de matices y resulta bastante intenso. Narra la experiencia personal de la muerte repentina de su marido. En momentos resulta denso. Mantiene una distancia emocional de manera descriptiva muy interesante y aporta un punto de vista muy especial para entender los movimientos internos que genera el proceso de duelo.

Cicatrices del corazón (Rosa Mª Martínez)

 
En este libro sucede algo fundamental dentro de un proceso de duelo. Cuando alguien muere, cuando deja de tener presencia en nuestra vida, se crea un proceso de adaptación. Supone revisar aquello que llevo en la mochila, todo aquello que era importante para mí, y reevaluarlo. Esto hace temblar los valores, creencias, relaciones, prioridades y todo aquello donde se sujeta una vida, para volver a crear algo nuevo, para adaptarnos.

Este libro puede acompañar a transitar el camino del proceso de duelo profundizando en dudas, inseguridades y normalizando muchas de las vivencias que a lo largo de este camino se siente cuando se transita.



¿Qué viene después del mil? (Anette Bley)

«¿Qué viene después del mil?», le pregunta la pequeña Lisa a su amigo Otto, con quien está aprendiendo a contar las estrellas. Lisa ya sabe contar hasta dieciséis, pero en el cielo hay muchas más estrellas, por lo menos mil, le ha dicho el viejo Otto. Con él pasa ratos muy divertidos, pero un día Otto se pone enfermo y muere al cabo de un tiempo. A Lisa le cuesta acostumbrarse a su ausencia. Es la mujer de Otto la que le hace comprender que, aunque no podamos ver a una persona, esta puede seguir presente dentro de nosotros. Un poético cuento ilustrado sobre una entrañable relación de amistad que puede servir de consuelo para todas aquellas personas que hayan perdido a un ser querido.

Te doy mi poder (Paula Rodríguez Manjón)

Este cuento es una tierna historia que narra la relación entre Gusi y Joaquín, y de cómo el amor entre ambos puede ayudarles a sobrellevar mejor una situación difícil que pasa un niño en un hospital durante su tratamiento tras detectarle un cáncer.

En todas partes y en cualquier lugar (Pim Van Hest)

Precioso cuento, con unas imágenes bellísimas donde nos trasportan a disfrutar de las cosas más sencillas y a sentir aquella vinculación con la persona fallecida. Es un homenaje a los detalles y a aquello que ha dejado en nosotros el paso de esa persona por nuestra vida.

No es fácil, pequeña ardilla (Ramón, E. y Osuna, R.)

Es un cuento muy delicado que trata con mucho respeto el dolor. De forma muy explicita pone sobre la mesa el abanico de emociones que vivimos en un proceso de duelo. No es una lectura ligera, pero da consuelo y respuestas a los niños y niñas que están pasando un proceso de duelo. Incluso, como en muchos cuentos, da la paz necesaria para sentir que lo que vivo no es malo ni soy el único que lo vivo. Ayuda a identificarse perfectamente con el personaje y a normalizar muchos de los pensamientos que nos invaden en un proceso de duelo.

DAR LUZ AL DOLOR

DAR LUZ AL DOLOR, exposición sobre arte y duelo, del 26 de noviembre al 9 de enero en Condestable

DAR LUZ AL DOLOR es una exposición sobre duelo, muerte, arte y vida. Es un proyecto colaborativo entre la Asociación Goizargi (de ayuda a personas en duelo) y Maslow Industries (colectivo artístico promovido por Fermín Díez de Ulzurrun, Peio Izcue y María Ozcoidi) que pretende poner la muerte y el dolor en el espacio público, en nuestro día a día. Queremos normalizar y aceptar su presencia. Incluir la muerte, mostrarla, darnos el permiso de caminarla y sentirla a través de la expresión artística.

Se podrá ver del 26 de noviembre al 9 de enero de 2022 en el Palacio de Condestable de Pamplona, y consta de tres partes:

 

Obra individual

Las salas de exposición 1 y 2 de la primera planta acogen las obras de 14 artistas de diferentes disciplinas que versan sobre el duelo y la muerte:

Mariano Royo                                    Carlos Cánovas

Pedro Salaberri                                  Ángela Moreno

Koldo Agarraberes                            Elena Goñi

Nerea de Diego                                  Peru Galbete

Rubén Díaz Corcuera                        Elisa Arteta

Fermín Díez de Ulzurrun                 Adolfo Schlosser

Maite Mutuberria                              Peio Izcue

 

Estas obras se han divido en cinco secciones, que se han denominado:

  1. Morirse de improviso
  2. Los rituales (o el sentido de lo simbólico)
  3. El dolor
  4. El recuerdo (o de la ausencia de significado, al significado de la ausencia)
  5. La fragilidad de la vida

La sección cuatro, El recuerdo (o de la ausencia de significado, al significado de la ausencia), se completa con un vídeo realizado con las imágenes y audios proporcionados por 83 personas en proceso de duelo, a las que se les ha solicitado una imagen y unas palabras de un recuerdo significativo de sus seres queridos muertos. Son las mismas imágenes y audios que se muestran en el patio de Condestable y que conforman la obra colectiva.

 

Obra colectiva

El patio central de Condestable acogerá la obra colectiva producida con las ayudas a la producción del Centro Huarte. Esta representa la suma de todos los recuerdos significativos de 83 personas que, tras la muerte de sus seres queridos, han querido formar parte de este proyecto compartiendo estas imágenes y sus propias voces, ya que 45 de ellas también han colaborado enviando un audio reflexionando sobre qué les evoca esa instantánea.

Las imágenes, con un tamaño de 91,4 cm de ancho y entre 1,20 y dos metros aproximadamente de largo, impresas en papel cebolla, lo que permite jugar con la transparencia y la fragilidad del mismo, estarán suspendidas desde la barandilla de la segunda planta del patio y caerán hacia abajo en forma de racimo.

 

Camino del duelo

Los pasillos de la primera planta del Palacio de Condestable mostrarán once imágenes del artista Óscar Villoslada que reflejan el Camino del Duelo. Este Camino, en el que encontramos cuatro tareas y que atraviesan todas las personas que viven la muerte de un ser querido, es uno de los aspectos básicos que se atienden en Goizargi.

Cuando el tiempo se para son 11 pinturas realistas de acrílico sobre madera que expresan, de una manera artística a través del cuerpo del propio artista, las cuatro tareas de este Camino. Para DAR LUZ AL DOLOR hemos impreso las imágenes de estas pinturas en papel cebolla.

 

Cuatro actividades de mediación complementarias

La exposición DAR LUZ AL DOLOR se complementa con cuatro actividades de mediación en torno al arte y el duelo:

VISITA GUIADA A LA MUESTRA + CHARLA DE DUELO

  • Jueves, 2 de diciembre. 19.00 h, en castellano.
  • Miércoles, 29 de diciembre. 11.00 h en euskera. 12.30 h en castellano.
  • Martes, 4 de enero. 19.00 h, en euskera.

CHARLA LA SILLA VACÍA EN NAVIDAD

  • Viernes, 17 de diciembre. Salón de actos, 18.00 h.

COREOGRAFÍA LAS (PEQUEÑAS) MUERTES, DE ELISA ARTETA

  • Sábado, 18 de diciembre. Sala Gótica, 19.00 h.

TALLER INFANTIL DEL CUENTO UN DÍA TODO CAMBIÓ

  • Miércoles, 29 de diciembre. 11.00 h en euskera. 12.30 h en castellano. Dirigido a niños y niñas de entre 4 y 10 años.

 

Las visitas guiadas son realizadas por los artistas de Maslow Industries y tanto las charlas como los talleres infantiles, por terapeutas de Goizargi.

Las charlas y los talleres infantiles del 29 de diciembre, a las 11.00 h en euskera y a las 12.30 h en castellano, están programadas a la misma hora para facilitar la asistencia de familias.

Cuatro años dando espacio y lugar al dolor

Se acerca el día de Todos los Santos, 1 de noviembre, y con él muchas emociones que se mueven en las tripas de aquellas personas que han vivido o están viviendo un duelo tras la muerte de un ser querido… Son días «raros» en los cuales la nostalgia, la tristeza y el recuerdo se mezclan entre un colorido mar de flores.

Entre todo ese remolino, nos gustaría dar un espacio significativo a todos aquellos recuerdos de nuestros seres queridos que murieron y que hoy siguen ocupando un lugar especial en nuestros corazones.

Por eso, un año más, hemos organizado la IV Semana del Recuerdo con el objetivo de acercar a la sociedad la realidad del dolor por la muerte de un ser querido y la necesidad de darle ese espacio, tanto al dolor como a nuestros recuerdos. Como siempre decimos, «los muertos ESTÁN, tienen su lugar en nuestras vidas, nuestros corazones y nuestros recuerdos». Normalizando y naturalizando en la sociedad el dolor ante la muerte y el sentir a nuestros muertos con nosotros y nosotras.

Este año hemos organizado diferentes actividades, gestionadas por el equipo de la asociación, dirigidas tanto a niñas y niños como a personas adultas que estén viviendo un proceso de duelo, que lo estén acompañando o que tengan interés en acercarse a esta realidad. Talleres infantiles del cuento Un día todo cambió, encuentros para hablar de la muerte y el duelo, una charla, un cine-fórum o la Jornada sobre el Duelo, una cita que este año cumple su octava edición, son algunas de las acciones programadas para este año y que en unos días os daremos a conocer.

Nuestros recuerdos son el vínculo que nos une a nuestros muertos, ya que la relación con ellos no termina con la muerte. Por ello es tan importante darle un lugar en cada uno de nosotros y nosotras y también en la sociedad. En el proceso de duelo, estos recuerdos nos acompañan y nos ayudan para ir sanando la herida y creando un lugar especial en nuestros corazones para aquellas personas que ya no están. Nos ayudan a integrar todo lo vivido dentro de nosotros y nosotras y nos alimentan en la nueva realidad que vivimos tras la pérdida. Son nuestra memoria y la memoria de nuestros muertos.

Demos luz a nuestros recuerdos y con ellos a nuestros seres queridos que murieron, dándoles un lugar en nuestros corazones y nuestras vidas, permaneciendo con nosotros para siempre.

VIII Jornada sobre el Duelo: ‘El duelo más allá de la razón’

El 30 de octubre de 2021 celebramos la VIII Jornada de duelo bajo el título ‘El Duelo más allá de la razón’ para mirar al dolor desde nuestro interior, desde el propio sentido. El objetivo es dar lugar al duelo en nuestra sociedad y, este año concretamente, reflexionar sobre los recursos personales que podemos desarrollar para transitar un proceso de duelo. ¿Qué me está ayudando? ¿Cómo lo estoy viviendo?

Aunque muchas veces tendamos a apartarla, la muerte forma parte de la vida. La muerte nos iguala y el duelo es la respuesta normal, natural y adaptativa a la misma. El duelo no solo se vive a nivel individual, sino que también a nivel familiar y social. Por lo que son diversos los factores que rodean el mismo y que pueden llegar a convertirse en recursos que faciliten su camino: etapa del desarrollo, creencias, cultura, apoyo social, etc. La vivencia espiritual, entendida desde todos sus prismas, es uno de ellos.

En esta edición nos centraremos en conocer y reflexionar sobre la espiritualidad como una de las herramientas que nos facilita la vivencia del duelo. La espiritualidad muchas veces se asocia al término de religión, pero a lo largo de la historia se ha estudiado la relación entre ambas, concluyendo que son dimensiones relacionadas pero independientes la una de la otra.

La espiritualidad, según Speck, se puede describir desde tres miradas: la capacidad de transcender lo material, la capacidad de ver los fines y valores últimos y el significado existencial que cualquier persona busca.

A esta definición de Speck se añaden otros conceptos. Los valores religiosos tradicionales y la búsqueda de lo sagrado, los valores humanos, la búsqueda del propósito de nuestra vida, la conexión con los demás, la armonía y el bienestar individual y social.

Estas cuestiones y otras muchas son las que se abordarán con los ponentes durante la jornada, dando espacio a la espiritualidad como herramienta que nos facilite el camino en el proceso de duelo. Además, de escuchar y aprender junto a ellos queremos que sea un encuentro participativo, contribuyendo a que podamos afrontar la pérdida desde una mirada personal.

A continuación tenéis el programa. Os podéis inscribir para asistir de manera presencial o verla online a través de este cuestionario.

PROGRAMA

9.00 – 9.30     Recogida de material

9.30 – 09.40    Apertura de la jornada

  • Carlos Artundo. Director general de Salud del Gobierno de Navarra

9.40 – 10.00   ¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE ESPIRITUALIDAD?

  • Yolanda Santesteban. Psicóloga EAPS Hospital San Juan de Dios.

10.00 – 11.30   ‘UNA VISIÓN GLOBAL DEL DUELO’

  • Fidel Delgado. Titiripeuta

11.30 – 12.00     Descanso – café

12.00 – 13.30     MIRANDO DESDE DIFERENTES PERSPECTIVAS

  • Julio Gómez. EAPS Hospital San Juan de Dios de Santurce.
  • Enrique Martínez Lozano. Psicoterapeuta, sociólogo y teólogo

13.30 – 14.00     Cierre de la jornada.

  • Marta Juániz

 

Recomendaciones literarias para el verano

El verano es un momento de sosiego y espacio para escoger una buena lectura. El duelo nos acompaña en esta época de una manera muy especial. Con los cambios de horarios, de lugares, de ritmos y de actividades el recuerdo de nuestros seres queridos está muy presente. Lo que se mantenía «bajo control» el resto del año por la rutina del día a día, en ocasiones adormece emociones y recuerdos, ahora sale a flote como un corcho.

Es momento de encontrar consuelo en la lectura, de entender desde otro punto de vista lo qué nos pasa, de escuchar nuestras emociones en otra persona y de sentir el alivio de la identificación en un relato. Una buena lectura es sanadora a todas las edades.

Hoy os traemos un par de libros para adultos, pero nos gustaría que disfrutarais también de los cuatro cuentos infantiles, ya que tienen tantas capas que podemos sentirnos identificados y vernos reflejados desde la experiencia de cualquier edad. Además, el especial dibujo y cuidado del diseño en cada uno de ellos, el detalle de cada página, puede sumergirnos en un mar de evocaciones.

 

Luto en colores, repensar la muerte para celebrar la vida. Silvia Melero.

Este libro nace de una experiencia personal, el suicidio de una hermana. Pero se expande como un geiser hacia cualquier tipo de fallecimiento, en especial aquellos donde la sociedad los esconde en un rincón.

Es una invitación a la diversidad, la pluralidad y la libertad porque hay muchas formas de vivir la muerte, la despedida y el duelo. Y es una apuesta por la creatividad como herramienta maravillosa para aligerar el dolor y homenajear a nuestros seres queridos, haciendo de su ausencia una presencia llena de luz y aprendizaje en nuestras vidas.

 

Cicatrices del corazón. Rosa Mª Martínez
En este libro sucede algo fundamental dentro de un proceso de duelo. Cuando alguien muere, cuando deja de tener presencia en nuestra vida, se crea un proceso de adaptación. Supone revisar aquello que llevo en la mochila, todo aquello que era importante para mí, y reevaluarlo. Esto hace temblar los valores, creencias, relaciones, prioridades y todo aquello donde se sujeta una vida, para volver a crear algo nuevo, para adaptarnos.

Este libro puede acompañar a transitar el camino del proceso de duelo profundizando en dudas, inseguridades y normalizando muchas de las vivencias que a lo largo de este camino se siente cuando se transita.

 

No es fácil, pequeña ardilla. Ramón, E. y Osuna, R. (2003).

Es un cuento muy delicado que trata con mucho respeto el dolor. De forma muy explicita pone sobre la mesa el abanico de emociones que vivimos en un proceso de duelo. No es una lectura ligera, pero da consuelo y respuestas a los niños y niñas que están pasando un proceso de duelo. Incluso, como en muchos cuentos, da la paz necesaria para sentir que lo que vivo no es malo ni soy el único que lo vivo.

Ayuda a identificarse perfectamente con el personaje y a normalizar muchos de los pensamientos que nos invaden en un proceso de duelo.

 

En todas partes y en cualquier lugar. Pim Van Hest

Precioso cuento, con unas imágenes bellísimas donde nos trasportan a disfrutar de las cosas más sencillas y a sentir aquella vinculación con la persona fallecida. Es un homenaje a los detalles y a aquello que ha dejado en nosotros el paso de esa persona por nuestra vida.

 

Para siempre. Durant A. y Gliori D. (2004).

Es un cuento optimista y divertido para niños de entre 3 y 5 años. Ayuda a salir del dolor y nos abre un camino preciso donde crear algo nuevo, donde poder vivir con disfrute la experiencia de haber compartido la vida con nuestro ser querido.

 

El hilo de la vida. Davide Cali y Serge Bloch

Libro de cómic para todas las edades, con un trazo sencillo y pocas palabras que nos sumerge en la historia llegando a crear empatía con los personajes. La profundidad de lo sencillo, la sensación de explicar cómo en ocasiones nos pasamos la vida esperando (como dijo John Lennon, «la vida es lo que pasa mientras haces planes») es lo que nos refleja este libro. Nos impulsa a disfrutar del momento.

El voluntariado es revolución

Voluntariado… para cuánto da este tema…

Hace un tiempo, leí un escrito que me marcó acerca del voluntariado.

Aquel escrito venía a decir que la magia no existe y que, por lo tanto, no podemos esperar «milagros» que cambien el dolor del mundo o que solucionen los problemas de la sociedad en la que vivimos, sino que cada persona, desde lo que es, desde lo que tiene, era la semilla de cambio, de fuerza e impulso necesario, suficiente y poderosa capaz de transformar con sus actos la realidad.

También decía que nosotras y nosotros mismos poseemos la capacidad y el poder de imaginarnos mejores personas y que eso se traducía en un mundo mejor.

Y se me despertaron varias reflexiones que me gustaría compartir.

No sé si alguna vez habéis sentido que sois demasiados «pequeños y pequeñas» en el mundo y para el mundo. Es una sensación extraña que, en mi caso, durante unos años, me llevó, entre otras cosas, a creer que yo no podía hacer nada para ayudar a los demás ni para cambiar la realidad o, al menos, aportar mi granito de arena.

Y es que hay veces que el mundo, el sistema, nos hace sentirnos así. Pequeñitos, indefensos, centrados en sobrevivir a nuestra propia batalla, volviéndonos «ciegos» a lo que ocurre en la puerta de enfrente, negando la oportunidad de recrear otras alternativas y quitando la energía de nuestras ganas.

Esto es un arma de doble filo. Al menos para mí. Durante un tiempo me tragué esto que os cuento. Hasta que conocí a una mujer de mi pueblo que me cambió la visión 180 grados.

«No hay una única manera de prestar voluntariado. Hay muchas. Lo importante es que te apetezca, que quieras, que te comprometas contigo y con la causa, con las personas. Puedes dar luz siendo vela o siendo espejo que refleja».

Me hizo pensar en lo necesario y lo importante.

Me hizo pensar que en mi sentimiento de indefensión también había miedo.

Miedo de no ser capaz, miedo a no saber hacer las cosas, miedo a fallar. Miedos.

Y también me hizo pensar en que quizás la historia de que el sistema me había hecho creer que no podía hacer nada, era una excusa para no enfrentarme a mis miedos y no comprometerme con la causa, como decía aquella mujer.

Porque comprometerme con la causa era tomar conciencia de realidades que duelen y que no son fáciles de mirar ya acompañar.

Porque comprometerme con la causa implicaba abandonar ciertos privilegios a los que me resistía.

Por qué comprometerme con la causa significaba esfuerzos y afrontar sustos varios.

Porque comprometerse con la causa era comprometerme conmigo misma y los demás en un grado «heavy metal».

Porque comprometerme con la causa era sentirme vulnerable y afrontar miedos.

Por eso os decía que la indefensión y la autocompasión que le sigue, a veces, son un arma de doble filo. Porque nos escudan y nos estancan y nos inmovilizan.

Hay creencias que limitan. Ya veis.

Tras cuestionarme todo, llegué a una conclusión: «en estos tiempos que corren, el voluntariado también es revolución».

Han pasado 16 años y los tiempos no cambian. Esa conclusión sigue teniendo sentido hoy en día, y sobre todo el «querer es poder». En esto sí se cumple.

Con todo esto, no me cabe más que dar gracias a la experiencia como voluntaria, por hacerme madurar, por regalarme lecciones, por empoderarme, por ponerme en contacto con la muerte, el dolor, pero, sobre todo, con la Vida.

¿Nuestra sociedad está preparada para el duelo?

Hoy es martes y son las 18.00 horas de la tarde. A esta hora, semanalmente, María, Merche, Pedro, Lucía, Marisol, José Andrés… tienen una cita en el centro de Pamplona. Unos se acercan caminando con tranquilidad, otros llegan corriendo porque salen de sus trabajos y van con el tiempo justo. Conforme se juntan se saludan efusivamente, se miran con cariño y con afecto, se reconocen y se alegran de verse nuevamente. Durante hora y media van a compartir su vida.

A todos les une una misma experiencia, todos han perdido recientemente un ser querido y buscan un espacio seguro donde poder expresar su dolor y las emociones que les embargan. Se permiten llorar sin que sus lágrimas les sean negadas o juzgadas, comparten las dificultades del día a día, hablan de sus seres queridos muertos, al principio con mucho dolor, y poco a poco con naturalidad.

Todos ellos forman un grupo de iguales donde se sienten cómodos, saben que aquí el tiempo no les mete prisa, nadie les dice lo que está bien o mal, lo que tienen que hacer o no hacer. Aprenden juntos que las emociones que sienten ahora pueden ser intensas e incómodas, pero son funcionales; poco a poco van identificando y aceptando su tristeza, su pena, su miedo, su culpa, su rabia, su sorpresa… Saben que cuando afloran es porque necesitan ser miradas y sentidas, y aprenden a dejarlas fluir, a no evitarlas. Todos se acompañan y se dan la mano en el tobogán emocional que están experimentando y van normalizando poquito a poco lo que sienten y piensan.

Casi todos agradecen este espacio y constantemente reconocen el poder tenerse unos a otros. Es mágico observar cómo se cuidan con palabras y gestos de solidaridad y comprensión. En poco tiempo hacen un vínculo relacional especial y sincero basado en la confianza y en la seguridad. Se sienten bien acompañados.

Como habréis podido adivinar hablamos de un grupo de duelo, un espacio terapéutico especialmente creado para vivir el duelo en compañía de otras personas que están atravesando una vivencia similar.

La mayoría de los participantes valoran esta experiencia de manera muy positiva. El grupo es para ellos un espacio seguro, una cita que les da un respiro y un momento de contacto social, de relación con otras personas que hablan su mismo idioma y donde pueden ser ellos mismos, es decir, por un tiempo personas en duelo. Este espacio es un remanso a la soledad que en muchas ocasiones la sociedad les condena.

Como sabéis el duelo en un proceso natural, una respuesta casi instintiva a la muerte de un ser querido, pero nuestra sociedad, demasiadas veces, bloquea y sanciona la conexión con las emociones llamadas negativas o desagradables y, por tanto, impide respuestas naturales que permiten elaborar el duelo. Esto hace que un proceso sano y fluido se bloquee dando lugar a procesos complicados. La sociedad y el entorno social influyen en la forma de gestionar el duelo marcando el ritmo y el tiempo; es una realidad que la sociedad actual invita a pasar página rápido tratando de evitar el dolor y las emociones que suelen ir asociadas y que producen desagrado.

Como hemos visto en la experiencia grupal descrita, el dolor necesita espacio para ser transitado, necesita luz y a menudo el espacio grupal es el único sitio con el que el doliente cuenta para gestionar su dolor.

La sociedad no está preparada para gestionar la realidad de la muerte, ni para apoyar a las personas que experimentan la muerte de sus seres queridos. Nuestra sociedad vive de espaldas a la certeza de la muerte, se vive la muerte como un tabú, como un error, y cuando nos enfrentamos a ella el impacto es enorme. Por ello la pandemia ha sido una torta de realidad tremenda en nuestra sociedad hedonista.

En los últimos años de nuestra historia, la muerte se ha desnaturalizado, se ha convertido en un acontecimiento extraordinario. El ser humano ha querido alejar la muerte de su vida cotidiana con la frágil esperanza de desterrarla de su existencia. Esta ocultación y esta tendencia a evitar hablar de muerte o hablar de dolor es un intento de controlar el proceso desde la distancia emocional.

«Es mucho más frecuente que un amigo o familiar te anime a estar bien o a ser fuerte, a que te permita llorar o estar mal por un tiempo».

Necesitamos madurar como sociedad para permitir a los miembros dolientes vivir el proceso de dolor de forma sana. Necesitan que los acompañemos y sujetemos en su vulnerabilidad o en su fortaleza; necesitan la presencia, el permiso, la validación y la seguridad del grupo al que pertenecen para sentirse seguros y acompañados en la experiencia vital estresante de pérdida.

Nos necesitamos para celebrar juntos lo que la vida nos da y también para compartir el dolor de lo que la vida nos quita. Necesitamos una red social compasiva y comprensiva que pueda sujetar a sus miembros cuando sientan la vulnerabilidad natural y normal que trae consigo la pérdida.

El proceso de duelo es un proceso de adaptación a una nueva realidad y necesitamos que la sociedad nos dé el espacio y el tiempo que cada uno necesita para volver a ser de nuevo un miembro con la capacidad y funcionalidad adecuadas.

Ser conscientes de que tenemos esta tarea pendiente es un primer paso y cada granito de arena cuenta.

¿Cómo quiero vivir este 2021?

Cuando estás viviendo la muerte de un ser querido y te encuentras inmersa en un proceso de duelo, el tiempo, aquello que pensamos, sentimos y hacemos, puede perder sentido y dirección.

Como ser un reloj sin agujas, un reloj que no puede dar las horas ni los minutos. Por un tiempo, somos como una brújula desorientada, sin puntos cardinales. Una veleta que gira y gira y no sabe por dónde le da el aire.

Nos desajustamos y durante el proceso de duelo aprendemos a regularnos. Poco a poco, minuto a minuto, día a día, emoción a emoción, canción a canción, paso a paso, palabra a palabra, decisión a decisión.

El duelo, duele. Y el dolor nos hace entrar en modo “supervivencia”, lo que nos puede hacer sentir vulnerables, indefensos, con poco control. También nos puede hacer creer que no podemos realizar nada para aliviar nuestro dolor o salir de él. Y esto también dura un tiempo. El necesario para darnos cuenta de que es a través del dolor, de las subidas y bajadas de esa montaña rusa, donde aprendemos la capacidad de tomar las riendas de nuestros procesos, de nuestro dolor y de nuestro momento.

A menudo, nos vienen las palabras de un gran terapeuta que decía algo así como: “El único tiempo en el que se puede vivir cuando estás transitando un duelo es el presente, porque si nos vamos al pasado, nos duelen mucho los recuerdos, y si nos adelantamos a pensar en el futuro, nos duele la ansiedad y los ‘para siempre’”.

En este sentido, la pregunta de cómo quiero vivir este 2021 puede sonar, de primeras, demasiado “grande”. Pero creemos que sintetiza la actitud de lo que queremos decir en este escrito: que a pesar del dolor, podemos volver a impulsarnos y motivarnos si nos fijamos unos objetivos reales y acordes a nuestras necesidades y a nuestro momento.

Lejos de las tradicionales listas de propuestas y metodologías “estrella” para conseguir esos objetivos de nuevo año, queremos lanzaros algunas cuestiones para que podáis pensar en ellas y, desde ahí, definir y plantearos vuestro presente:

  • ¿Cómo estoy en este momento de mi vida? ¿Qué siento?
  • ¿Qué me aporta bienestar?
  • ¿Qué me genera malestar?
  • ¿Qué necesito?
  • ¿Qué me “sobra” en este momento?
  • ¿Qué me ayuda?
  • ¿Qué me hace sentir segura?
  • ¿Qué me genera miedo o inseguridad?
  • ¿Qué me motiva?
  • ¿Qué me gustaría hacer que no hago?
  • ¿Qué me lo impide?
  • ¿Cómo puedo conseguir aquello que me propongo?

Esperamos que estas preguntas os puedan aportar “brújulas” para empezar este nuevo año.

Dicen que ser feliz es una decisión. Nosotras creemos que es un conjunto de muchas decisiones y todas empiezan por preguntarnos qué necesitamos, cómo podemos cuidarnos y cómo podemos mejorar (aprender- nos) aquello que somos y hacemos.

Nos encantaría que os animaseis a compartir vuestras reflexiones y objetivos.

Buen camino y Buen caminar en este 2021.

«El árbol de los recuerdos», cuento para acompañar a los peques en el proceso de entender la muerte

En esta ocasión queremos compartiros uno de nuestros cuentos preferidos, “El Árbol de los recuerdos”, de Britta Teckentrup, como recurso para acompañar a los más pequeños de la casa en el proceso de entender la muerte y también de vivir la pérdida de un ser querido.

Es un cuento recomendado para niños y niñas a partir de tres años y podéis encontrarlo fácilmente en cualquier librería de vuestra zona.

El “Árbol de los recuerdos” cuenta la historia de Zorro, el “prota” de este cuento:

“Zorro había tenido una vida larga y feliz, pero ahora estaba cansado. Observó su querido bosque una última vez y se quedó dormido para siempre”.

También cuenta la historia de cómo los amigos de Zorro viven la muerte de su amigo y como al recordar diferentes momentos, su corazón se va sanando.

Este libro tiene unas ilustraciones muy bonitas y cargadas de emoción, invitan a quien lo lee a adentrarse en el bosque y olerlo, a sentir la nieve, a observar el lindo paisaje, a caminar despacito por esta historia y por aquello que nos va sucediendo mientras la vamos leyendo.

Nos encanta este cuento porque nombra la muerte y nos permite reflexionar sobre ella y las emociones asociadas al duelo como la tristeza, la nostalgia y la alegría. También nombra realidades que no son fáciles de tratar y menos en un cuento como es la despedida.

En la historia, los amigos de Zorro uno a uno se van reuniendo para recordar la vida junto a él. En un momento dado, se dan cuenta que donde ha muerto Zorro está empezando a crecer una plantita, y que cuantos más recuerdos cuentan y cuanto más sienten, más crece. Acaba siendo el árbol más grande del bosque.

El amor no se acaba con la muerte”. Este es el mensaje final del libro. ¡Y cuánto nos cura saberlo y sentirlo! porque a veces el dolor nos hace olvidarlo.

Os animamos a que podáis leerlo primero los adultos y después hacerlo con los txikis. Además, os proponemos una actividad o “receta para el corazón”, que decimos en Goizargi, para que podáis hacer con ellos y ellas tras la lectura del cuento. Ahí va:


  1. Escoged un lugar cómodo, seguro y que sepáis que no vais a ser interrumpidos o molestados por nadie para poder leer el cuento tranquilamente.
  2. Leed el cuento despacio, deteniéndoos en observar las ilustraciones, fijándoos en diferentes detalles, dando lugar a posibles preguntas o reflexiones del momento.
  3. Al finalizar el libro podéis compartir las siguientes reflexiones para trabajar la comprensión, empatía, etc.:
    Preguntas referidas a la historia: ¿Qué crees que le ha pasado a Zorro? ¿Cómo crees que se sentía? ¿Y sus amigos? ¿Cómo crees que se sentían?
    ¿Cómo os habéis sentido?
    ¿Qué es lo que más os ha gustado y lo que menos?
  4. Plantar una semilla/planta/árbol en una maceta. Explicad que será nuestra “Planta de los Recuerdos” y que nos ayudará por un tiempo a recordar e inmortalizar a nuestro ser querido. Podéis compartir recuerdos o emociones mientras lleváis a cabo el proceso de plantación. Podéis colocarla en un lugar común para todos.
  5. Importante que entre todos cuidéis la planta, busquéis momentos para recordar, hablar y sentir.

Como veis, es un ejercicio muy sencillo, pero que está cargado de simbolismo y amor.

Nuestra experiencia nos dice que ayuda, que da lugar a la comunicación y a la reflexión, al amor, y que eso siempre sana y siempre suma.

¡Si lo hacéis, contadnos que tal os ha ido!

¡Gracias!