Cuatro años dando espacio y lugar al dolor
Se acerca el día de Todos los Santos, 1 de noviembre, y con él muchas emociones que se mueven en las tripas de aquellas personas que han vivido o están viviendo un duelo tras la muerte de un ser querido… Son días «raros» en los cuales la nostalgia, la tristeza y el recuerdo se mezclan entre un colorido mar de flores.
Entre todo ese remolino, nos gustaría dar un espacio significativo a todos aquellos recuerdos de nuestros seres queridos que murieron y que hoy siguen ocupando un lugar especial en nuestros corazones.
Por eso, un año más, hemos organizado la IV Semana del Recuerdo con el objetivo de acercar a la sociedad la realidad del dolor por la muerte de un ser querido y la necesidad de darle ese espacio, tanto al dolor como a nuestros recuerdos. Como siempre decimos, «los muertos ESTÁN, tienen su lugar en nuestras vidas, nuestros corazones y nuestros recuerdos». Normalizando y naturalizando en la sociedad el dolor ante la muerte y el sentir a nuestros muertos con nosotros y nosotras.
Este año hemos organizado diferentes actividades, gestionadas por el equipo de la asociación, dirigidas tanto a niñas y niños como a personas adultas que estén viviendo un proceso de duelo, que lo estén acompañando o que tengan interés en acercarse a esta realidad. Talleres infantiles del cuento Un día todo cambió, encuentros para hablar de la muerte y el duelo, una charla, un cine-fórum o la Jornada sobre el Duelo, una cita que este año cumple su octava edición, son algunas de las acciones programadas para este año y que en unos días os daremos a conocer.
Nuestros recuerdos son el vínculo que nos une a nuestros muertos, ya que la relación con ellos no termina con la muerte. Por ello es tan importante darle un lugar en cada uno de nosotros y nosotras y también en la sociedad. En el proceso de duelo, estos recuerdos nos acompañan y nos ayudan para ir sanando la herida y creando un lugar especial en nuestros corazones para aquellas personas que ya no están. Nos ayudan a integrar todo lo vivido dentro de nosotros y nosotras y nos alimentan en la nueva realidad que vivimos tras la pérdida. Son nuestra memoria y la memoria de nuestros muertos.
Demos luz a nuestros recuerdos y con ellos a nuestros seres queridos que murieron, dándoles un lugar en nuestros corazones y nuestras vidas, permaneciendo con nosotros para siempre.
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