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«Un chute de vida en el sentido más vital y doloroso de la palabra»

“Ha pasado un mes aproximadamente desde la finalización de Pinceladas I.

Iba ilusionada y a la expectativa. Me habían hablado tanto de que era un fin de semana intenso, que esperaba un chute de energía que creo necesitaba… Y no me decepcionó. Fue emocionante y catártico a la vez, un chute de vida en el sentido más vital y doloroso de la palabra.

He podido volver a conectar y recolocar, no ya el dolor, sino la ausencia. Esta falta tan grande de un compañero de vida que lo es todo, en todo momento y para todo. Está recolocado, pero no solucionado. La ausencia sigue allí, dejando un hueco que no puedo llenar y que de alguna forma no me deja vivir la vida como yo quiero, plenamente, un poco loca, dejándome arrastrar por los sentidos, por la belleza, por el amor hacia todas las cosas. No se trata de sustituir, se trata de reinventar la vida sin huecos, y eso me está costando. Él siempre estará en mi corazón y mi corazón está lleno, pero siento que a mi vida le falta algo, algo que no depende de nadie sino de mi misma. Sigo teniendo miedo a no poder conseguirlo a pesar de mis intentos.

He llorado, he sentido, he compartido y he sido feliz en el taller. Compartir mi dolor, mi experiencia, mis logros, mi vida… me ha llenado y me ha satisfecho. He tenido la sensación de conectar, de que mi experiencia, dolorosa al fin, ha dado sus frutos y que estos son hermosos y los puedo compartir.

Entré en el taller esperando emociones fuertes, una sacudida del alma, un empujón para la vida. Fue intenso y encontré lo que buscaba, más de lo que buscaba: un chute de autoestima; la certeza de que voy bien, por buen camino, pero también la certeza de que me queda mucho que hacer, quizás recorrer un camino que no se acaba nunca, en el que me haga y me rehaga mil veces, con luces y sombras; y la certeza de que todo depende solo de mí misma… aunque a veces necesite un buen empujón para echar a andar como el de PINCELADAS.

Me he dado cuenta de que os necesito, que habéis sido como un “fisio” que recoloca cada parte de mi cuerpo en el lugar que le corresponde; pero la vida revuelve una y otra vez y siento que el mantenimiento es necesario para seguir en la brecha a pecho descubierto, sin tapujos.

PINCELADAS I me ha mostrado que tengo superado el duelo, pero que no he encontrado aún el camino a “mi vida”. De momento, y las circunstancias me empujan a ello, me dejo llevar sin tener sujetas las riendas, y esto me crea cierta frustración con la que combato día a día. Soy tan consciente de lo feliz que fui y de la suerte que tuve con Ángel que ahora el día a día me parece anodino. Sé que me falta buscar ese algo que me daba la alegría para encarar el día y que me hacía disfrutar desde el mismo momento de amanecer, y sé que tengo que buscarlo en mí misma.

Soy yo la que me boicoteo, muchas veces sin darme cuenta, dejándome llevar, sin pelear siquiera. Lo sé. Me falta motor a veces… o quizás solo la gasolina… o tal vez un mapa, una guía, ese algo que dé sentido a mis pasos. Esa es mi tarea pendiente y tengo que reconocer que me está costando.

Quiero sacarle chispas a la vida como la saqué ese fin de semana junto a mis compañeros y a mis comandantes. Quiero verme reflejada en vosotras.

Necesito ayuda y quiero ayudar. Quiero, deseo PINCELADAS 2 y reencontrarnos de nuevo”.

Reflexiones de vida durante el proceso de duelo

Un usuario muy especial ha decidido cedernos las cartas escritas a su mujer, sus reflexiones de vida durante el proceso de su duelo, con la intención de que compartirlas sirva para acompañar a otras personas en su dolor.

Desde la asociación, ¡Gracias de corazón!

Esta es una de sus cartas:

 

“Gracias amor por compartir tu existencia, tu vida, junto a mí… esa vida que parece larga pero que a mí se me ha hecho muy corta.

Gracias por compartir esas pequeñas cosas del día a día, las alegrías y las tristezas, las risas y los lloros, las ilusiones y desilusiones, los silencios y las palabras, el día y la noche, tu esfuerzo y ayuda… Tu mal y buen genio, tus proyectos y secretos, tu saber hacer y estar, tus virtudes y defectos… nuestras hijas y nuestros nietos… En fin, gracias por tantas y tantas cosas.

Dicen que es de buen nacido ser agradecido y que se suele reflejar en un regalo, un beso, una palabra… En este caso el regalo para ti es una rosa, una rosa roja que para mí representa el amor eterno que te tengo, y la palabra te quiero, ¡ya sabes cómo y cuánto!

Te oigo en mi corazón. Oigo como tú también me das gracias… No hay de qué, te mereces esto y mucho más.

Te agradezco de parte de todas las personas que te conocían, tus amigas, vecinos… por tu amabilidad y simpatía. Un vecino, que ya sabes quién es, me suele comentar que un día se encontró contigo en el portal y te deseó los buenos días, y tú le contestaste: ¡Serás mentiroso! Si hace un día de perros. Me dice que la forma en que lo dijiste, esa gracia… te hacían única, y que gracias a esas cosas sonríe cada vez que te recuerda.

Gracias también de parte de las enfermeras del hospital por hacerles más llevadero su trabajo. Aún me acuerdo cuando tras la última sesión de radio te despidieron cantando ‘Adiós con el corazón, que con el alma no puedo…’.

¿Cómo no voy a darte las gracias por tantas y tantas cosas? Parece que te pongo en un pedestal… Y claro que todos tenemos defectos, pero en tu caso las virtudes, las cosas buenas, los superan con creces.

Tu ayuda, tu empuje, que me elegiste, tu cariño… en fin, toda tu vida sin separarte a mí. Solo decirte una cosa: te quise, te quiero y te querré.

Muchas gracias, Amor”