Sobre la vulnerabilidad…

Las personas que están en un proceso de duelo por haber perdido una persona querida o un vínculo significativo suelen sentir una gran diversidad de emociones y de sentimientos. Muchas de ellas dicen sentirse vulnerables, y esto no siempre les gusta porque muchas veces es entendido como debilidad.

En duelo, muchas personas sienten una fragilidad interior que hace referencia, por una parte, a la ausencia de la persona fallecida y, por otra, a la conciencia que emerge sobre la propia condición mortal.

¿Qué puede pasar cuando a la vulnerabilidad personal e íntima, normal y natural en un proceso de duelo le añadimos la vulnerabilidad “social y colectiva” que emerge de una amenaza real pero desconocida como es el coronavirus?

Nos surgen muchas preguntas ante esta situación vital de amenaza general que está generando reacciones colectivas diversas y que puede azuzar nuestras penas y nuestros miedos.

Es una realidad que en la experiencia de duelo se suelen ver afectadas muchas de las áreas de la vida de las personas dolientes; puede haber cambios más o menos intensos a nivel emocional, cognitivo, conductual, físico, etc. En muchas ocasiones aparece la sensación de que todo se ha puesto patas arriba, de que todo ha cambiado a peor y que no se va a poder seguir viviendo. Pero los dolientes, aun a su pesar, ven como la vida no se puede parar, sigue estando ahí, demanda atención y espera respuestas a las cosillas que surgen en el día a día.

La vulnerabilidad es más compleja que una simple suma matemática, y no cabe duda que esta nueva situación a la que nos enfrentamos puede hacernos sentir la vulnerabilidad con mayor intensidad. De nuevo podemos sentir que ya es demasiado y que, ahora sí, no vamos a poder con todo esto. Pero, como ya sabéis, no podemos cambiar la realidad y la vida sigue estando ahí. Quizás nos gusta todavía menos, pero no podemos no mirarla porque se cuela con cada llamada de consuelo y de ánimo que recibimos, con cada gesto que hacemos a las personas que todavía tenemos cerca y con cada aplauso que ofrecemos. Nuestra vida reclama su espacio y con virus o sin él esperemos que permanezca con nosotros; y para ello necesita que la cuidemos con responsabilidad y afecto.

Ahora no solo las personas en duelo se sienten vulnerables, toda la sociedad se siente vulnerable, todos estamos en duelo y sentimos nuestra vida y la vida de las personas que queremos amenazada. Todos somos susceptibles de cuidado.

Tenemos una nueva oportunidad para mirarnos y sentirnos con capacidad de superar los retos que la vida va poniéndonos por delante, aunque nunca hubiéramos podido imaginar la realidad actual. Con solidaridad, cuidado y respeto hacia nuestra vida y a la vida de los demás también vamos a ser capaces de superar y afrontar esta realidad, por dura que sea.

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