La silla vacía… en Navidad

En ocasiones, mientras vivimos nuestro duelo, nos enfrentamos a sensaciones contradictorias. Vemos y sentimos la alegría de los demás que choca frontalmente con nuestro dolor y nuestra pena. Nos encontramos con fechas, días señalados en el calendario que hacen que nuestro dolor vibre y se experimente de un modo todavía más intenso: aniversarios, cumpleaños… Sin embargo, la Navidad implica una sensación de alegría colectiva, pública, de celebración general y de disfrute.

Es una época de emociones constantes, de recuerdos, de reuniones en las que resulta difícil combinar la alegría y la añoranza, en la que las personas en duelo a veces sienten tantos sentimientos a la vez que la gestión de los mismos se complica. Es un tiempo en el que puede parecer que estás dando pasos atrás, que retrocedes en todo lo que has ido avanzado en tu proceso de duelo,

Es importante que recordemos que no existe una forma única de lidiar con estos sentimientos y sensaciones, que recordemos que hacemos lo que podemos con lo que tenemos y es por eso que todas estas sensaciones se magnifican. La Navidad y todo lo que ella implica nos «saca» de nuestras rutinas habituales, esas en las que ya hemos sentido un mayor «control» de nuestro día a día, una mayor capacidad para transitar la vida con todo el dolor que implica nuestra ausencia.

Puede ayudarnos recordar que:

Es importante dejar sentir lo que sentimos, sin negarlo ni excluirlo. Dándole un lugar y un espacio.

– Hay personas que creen que es mejor evitar hablar de sus seres queridos fallecidos creyendo que si lo hacen sufrirán más. Esta estrategia puede, al contrario, intensificar la pena, ya que la ausencia es aún mayor si no nos permitirnos nombrar o recordar a los que faltan.

Compartir con las personas que nos quieren qué necesitamos y qué no, en estas fechas, nos puede ayudar a hacerlo más llevadero.

No olvidemos que el dolor duele, que el proceso es largo y que la Navidad no lo paraliza, sino que lo intensifica. Si queremos acompañar a alguien que se duele debemos ser comprensivos con su sentir, con su ritmo, con su tiempo. Hagamos posible entre todos que la Navidad pueda ser un espacio de encuentro «sano» entre todas y todos. Esto implica integrar y no excluir, reconocer y no negar.

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