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XI Jornada sobre el Duelo: ‘Una muerte en la familia. ¿Un único duelo?’

El 26 de octubre, sábado, organizamos la XI Jornada sobre el Duelo, que este año versará sobre ‘Una muerte en la familia. ¿Un único duelo?’. Será una jornada en horario de mañana y gratuita.

Cuando fallece un ser querido se altera el sistema familiar. La consiguiente adaptación a la pérdida supone una reorganización a corto, medio y largo plazo, de dicho sistema, en la que las etapas de duelo intrafamiliares e individuales se influyen recíprocamente.

No todas las pérdidas entrañan una crisis y si las condiciones son favorables y ha podido realizarse un trabajo previo, el duelo puede transitarse normalmente sin que la familia necesite ayuda especializada. No obstante, en numerosas ocasiones la muerte de un ser querido provoca una importante crisis vital tanto en el plano individual como en el familiar. Uno de los aspectos que podría verse afectados es la identidad de la familia y la de sus integrantes. La recuperación de la crisis requiere un proceso de transformación que incorpore la pérdida sufrida y que sirva de puente para acceder a una nueva identidad.

La estructura del sistema familiar, los roles desempeñados por el fallecido o fallecidos dentro de la familia, la calidad de la comunicación y del apoyo entre las personas que la componen, y el tipo de muerte en el ciclo de la vida familiar van a favorecer o entorpecer el desarrollo del duelo individual.

En la XI Jornada sobre el Duelo ‘Una muerte en la familia. ¿Un único duelo?’, queremos conocer la realidad de las familias a través de sus experiencias, así como la de los y las profesionales que, desde distintos ámbitos y perspectivas, tienen un contacto diario con ellas.

Las inscripciones están abiertas a través de este enlace https://forms.gle/gykYjMGXtdyY6BHfA


Programa

9.00 Apertura de la Jornada

  • Patricia Segura. Directora Gerente Hospital San Juan de Dios    
  • Rakel Mateo. Directora de la Asociación Goizargi
  • Fernando Domínguez. Consejero de Salud del Gobierno de Navarra.

9.30 Contextualización de la Jornada

Rakel Mateo. Directora y psicoterapeuta de la Asociación Goizargi

9.45 ‘Ayer y hoy de las familias y sus duelos’

  • Pablo Echeverría, investigador de la UPNA             

10.30     ‘Movimientos familiares en el duelo’      

  • Ana Belén Pardo, gerente y directora de Sorkari S.L Centro de Formación y Atención Integral al desarrollo de la persona

11.15 Turno de preguntas del público

11.30  Descanso

12.00 Mesa de profesionales y testimonios

13.30 Turno de preguntas del público

14.00 Cierre de la Jornada

A lo largo de la Jornada contaremos con la intervención de Sembrando ilusiones, asociación sin ánimo de lucro de payasos voluntarios de hospital.

¿CHARLAMOS SOBRE LA MUERTE

El duelo es la reacción natural ante la muerte de un ser querido, es un proceso funcional, sano y necesario de vivir para adaptarnos a esta nueva realidad. Una de las pocas verdades que podemos afirmar es que a todas las personas se nos muere un ser querido y que todas vamos a morir. Pero seguimos siendo una sociedad con miedo a hablar de la muerte y ello nos incapacita en el acompañamiento de estos procesos de dolor y de pérdida.

¿Charlamos sobre la muerte? es una serie de encuentros con los que queremos acercar diferentes aspectos del duelo que, tarde o temprano, nos van a afectar en nuestro día a día, y crear un entorno amable en el que las personas que acudan puedan compartir las incertidumbres y miedos que les provoca este tema. Queremos generar un cambio de mirada social hacia la muerte y el duelo y darles su espacio como parte de la vida.

Un jueves al mes estaremos en el bar La Huerta de Chicha para hablar sobre el tabú del duelo en la sociedad, el duelo en la infancia, cómo acompañar en el duelo, el paso del tiempo en el duelo y fiestas y duelo. De 19.00 a 20.00 h compartiremos algunas pinceladas sobre estas cuestiones y responderemos a las dudas e intereses de todas las personas que queráis compartir este rato con nosotras.

Cartel de los encuentros

Jueves, 23 de febrero. El tabú del duelo en la sociedad

La muerte y el duelo siguen siendo una de los grandes tabús de nuestra sociedad que, junto a los mitos que les envuelven, ocasionan miedos que impiden vivirlos con naturalidad. En este encuentro queremos romper estos tabús y dar una visión más real.

Jueves, 16 de marzo. Duelo en la infancia

Los niños y niñas son los grandes olvidados en el duelo. Queremos generar un espacio para hablar de cómo acompañar su procesos tan válidos y necesarios como los de los adultos.

Jueves, 20 de abril. Acompañar en el duelo

Cuanto más sano y funcional sea el entorno, más eficaz y adecuada podrá ser sentida la pérdida y la muerte. Disponer de herramientas para acompañar a las personas dolientes es determinante para facilitar o dificultar la elaboración del duelo.

Jueves, 18 de mayo. El paso del tiempo en el duelo

El tiempo forma parte del proceso de duelo. Erróneamente se cree que los duelos se elaboran con el paso de los meses, pero si no se realiza un trabajo, el tiempo por sí solo no cura. Solo nos demuestra que la persona que ha muerto sigue muerta.

Jueves, 15 de junio. Fiestas y duelo

Las fiestas son eventos en los que prima la vida, la felicidad y el disfrute donde parece que el duelo no tiene lugar. Queremos mostrar la realidad de las personas en duelo en estos momentos, que varían desde el rechazo o evitación hasta la euforia.

Acompañar es ESTAR CON LO QUE HAY

Que difícil resulta casi siempre colocarse delante de alguien que se duele y sufre, que duro es encontrar las palabras adecuadas; y cuanta influencia tenemos cada uno de nosotros y nosotras en la evolución del otro.

Vivimos llenos de aprendizajes erróneos, de creencias de cómo tienen o no que ser las cosas, de mitos adquiridos que nos ayudan poco o nada en el acompañamiento que hacemos a las personas que se duelen y sufren.

Hay ciertas premisas que pueden ayudarnos a entender, en parte, el sentir de la otra persona y de este modo no juzgar su camino.

Las personas en duelo necesitan ser entendidas y escuchadas sin juicio. Necesitan una relación sana en la que nosotros (acompañantes) entendamos que ellas son capaces de transitar su dolor. Necesitan sentir que estamos, que somos parte de lo que les sucede, que podemos ayudar a sostenerles porque su dolor no nos ciega y no nos impide verles. Tarea compleja cuando, a veces, nos invade la necesidad de salvarles, de sacarles de ese lugar en el que ellas están, haciéndonos sin querer protagonistas de una historia que no nos pertenece.

Reconozcamos a las personas que transitan un duelo con capacidad de hacerlo, miremos su dolor con ternura, con compasión, entendiendo que pasará, a su ritmo y a su tiempo. Revisemos qué nos sucede al acompañar a alguien que queremos y se duele, revisemos nuestro modo de estar y de hacer. Las personas en duelo no necesitan ser salvadas, necesitan ser acompañadas y en ocasiones sostenidas.

Igual nos ayuda reflexionar sobre qué es esto de acompañar. Acompañar es ESTAR CON LO QUE HAY, no con lo que a mí (persona acompañante) me gustaría que hubiese. Y esto es importante, incluso esencial cuando hablamos de acompañar. Porque el dolor del otro refleja en muchas ocasiones asuntos propios, temas emocionales que no me permiten estar de manera adecuada en este complejo asunto de acompañar, y porque seguimos necesitando y queriendo salvar a esa persona que tenemos delante de un camino tan doloroso como único y propio.

Reflexionar sobre todo esto, tal vez nos ayude a saber dónde nos colocamos, dónde estamos y, al mismo modo, a entender esa frase inicial que decía: «Si me acompañas y no me juzgas, soy capaz». El duelo duele, es necesario, funcional, adaptativo… necesita ser y necesita un entorno que le dé espacio, lugar y permiso. De esta manera entenderemos y acompañaremos los procesos de los demás de un modo muchísimo más sano.

20 años dando luz al dolor

¡CUMPLIMOS 20 AÑOS!

Parece mentira, pero es así. En junio hace 20 años que la idea de poder tener un lugar seguro, un espacio de encuentro para las personas en duelo, es real. Goizargi nace del dolor, de la pérdida, de la muerte. Nace de tripas revolucionadas, que no entienden, que se sienten incomprendidas y poco miradas o atendidas. Hace años la definición que daba a las personas que hemos vivido el duelo y el dolor era de «patatas calientes» que nadie sabía bien donde colocar. El duelo duele, pero no mata. El duelo es un proceso y no una enfermedad, es en movimiento y no estático. Y todas esas características hacen que sea tan único, tan propio.

Hemos sido una sociedad evitadora del dolor. El tiempo lo curará, eres joven todavía, ya era mayor, ahora ya no sufre… Frases que han estado y están en el día a día de nuestras vidas, y que no ayudan a sanar nuestros procesos.

Por todo eso nace Goizargi hace 20 años, porque hemos querido dar un espacio al duelo, a las personas que se duelen. Hemos peleado por reconocer nuestro dolor como necesario, como parte de ese camino que cada persona hemos necesitado transitar hasta volver de nuevo a poder mirar la vida. Esta vez de un modo diferente. Goizargi ha sido y es ese lugar, ese espacio, esa luz que aparece poco a poco, que no deslumbra, que no te invita a tener que hacer nada más allá de escucharte, entenderte y tenderte una mano de guía, de alivio o consuelo cuando en ocasiones el cuerpo, el alma o la mente sienten que ya no pueden más. Es ese espacio de descanso, de trabajo, de luz…

Por eso estamos encantadas de poder celebrar nuestros 20 años de vida y queremos invitarte a que seas parte de nosotras y lo celebres. Porque haber llegado a este momento nos parece grande, porque haber podido conseguir que Goizargi tenga un nombre en esta sociedad es un gran motivo de celebración.

Gracias a cada persona que hace y ha hecho posible cada pasito, cada granito de arena en estos años. Gracias a las almas incansables que, de un modo u otro, siempre están; gracias a los que han dejado de estar porque siguen en nuestros corazones. Gracias a ti, que lees esto y que, a tu manera, formas parte de esta gran familia. Hemos crecido mucho, pero sin duda seguimos manteniendo nuestra esencia y eso nos hace sentir orgullosas.

Y, por supuesto, gracias a cada persona que ha llenado nuestra asociación compartiendo algo tan humano y tan íntimo como es su dolor.

Felices 20 años, Goizargi… No dejes de ser.

Rakel Mateo, directora de Goizargi.

La silla vacía… en Navidad

En ocasiones, mientras vivimos nuestro duelo, nos enfrentamos a sensaciones contradictorias. Vemos y sentimos la alegría de los demás que choca frontalmente con nuestro dolor y nuestra pena. Nos encontramos con fechas, días señalados en el calendario que hacen que nuestro dolor vibre y se experimente de un modo todavía más intenso: aniversarios, cumpleaños… Sin embargo, la Navidad implica una sensación de alegría colectiva, pública, de celebración general y de disfrute.

Es una época de emociones constantes, de recuerdos, de reuniones en las que resulta difícil combinar la alegría y la añoranza, en la que las personas en duelo a veces sienten tantos sentimientos a la vez que la gestión de los mismos se complica. Es un tiempo en el que puede parecer que estás dando pasos atrás, que retrocedes en todo lo que has ido avanzado en tu proceso de duelo,

Es importante que recordemos que no existe una forma única de lidiar con estos sentimientos y sensaciones, que recordemos que hacemos lo que podemos con lo que tenemos y es por eso que todas estas sensaciones se magnifican. La Navidad y todo lo que ella implica nos «saca» de nuestras rutinas habituales, esas en las que ya hemos sentido un mayor «control» de nuestro día a día, una mayor capacidad para transitar la vida con todo el dolor que implica nuestra ausencia.

Puede ayudarnos recordar que:

Es importante dejar sentir lo que sentimos, sin negarlo ni excluirlo. Dándole un lugar y un espacio.

– Hay personas que creen que es mejor evitar hablar de sus seres queridos fallecidos creyendo que si lo hacen sufrirán más. Esta estrategia puede, al contrario, intensificar la pena, ya que la ausencia es aún mayor si no nos permitirnos nombrar o recordar a los que faltan.

Compartir con las personas que nos quieren qué necesitamos y qué no, en estas fechas, nos puede ayudar a hacerlo más llevadero.

No olvidemos que el dolor duele, que el proceso es largo y que la Navidad no lo paraliza, sino que lo intensifica. Si queremos acompañar a alguien que se duele debemos ser comprensivos con su sentir, con su ritmo, con su tiempo. Hagamos posible entre todos que la Navidad pueda ser un espacio de encuentro «sano» entre todas y todos. Esto implica integrar y no excluir, reconocer y no negar.

Compartiendo espacios

Este 2021 la pandemia sigue trastocándonos un poco la vida, sobre todo la forma de vivirla. Todavía no hemos recuperado los abrazos, cosa que en Goizargi tanto nos gusta, además de ser reconfortantes y curativos. Sabemos que el contacto humano no se puede sustituir, pero las distancias de seguridad debemos seguir cumpliéndolas.

En Goizargi seguimos acompañando a las personas que se duelen por la muerte de un ser querido y poco a poco hemos ido retomando las actividades que realizábamos previas a la pandemia.

Entre ellas, los grupos terapéuticos, esos espacios tan especiales y necesarios para ir recorriendo ese camino duro y complicado, espacios donde se nos da permiso para sentir y expresar cualquier emoción, donde podemos ir reconstruyéndonos y doliéndonos con el objetivo de sanarnos, donde nos sentimos acompañados y comprendidos en nuestros estados de ánimo y de dolor.

Hemos podido volver a juntarnos para realizar la VIII Jornada sobre el Duelo de manera presencial (en el año 2020 fue de manera telemática, mucho más fría y distante). Este año en la Filmoteca reunimos a más de un centenar de personas para poder escuchar a expertos ponentes que nos ofrecieron una visión sobre la espiritualidad desde diferentes perspectivas.

Se ha retomado también de forma presencial el Taller de Pequeños Pasos, un espacio destinado a peques entre 4 y 10 años que han sufrido la pérdida de una persona importante de su vida. En este espacio trabajamos sus emociones a través de sus dibujos, cuentos y diversas herramientas.

El pasado noviembre, hemos inaugurado una exposición en el Condestable bajo el título DAR LUZ AL DOLOR, es una muestra sobre duelo, muerte, arte y vida, una colaboración entre Asociación Goizargi y Maslow Industries, una obra colectiva en la que se recogen imágenes y audios cedidos por 83 personas que han perdido a un ser querido, muchas de ellas habéis sido usuarios y usuarias de Goizargi, y que representan un recuerdo significativo. También podemos disfrutar de obras de diversos artistas cuya temática es el duelo y la muerte.

En todas estas actividades la mascarilla sigue siendo nuestra aliada, hemos aprendido que la mirada no solo habla, sino que también nos da gestos cómplices, amor, cariño, apoyo; en definitiva, nos sana y acompaña. Qué importancia tiene en estos momentos en los que no podemos tocarnos.

¡Gracias por vuestra mirada!

Volviendo a la «normalidad»

Aún con los últimos retazos de las vacaciones en nuestra cabeza y disfrutando de los últimos días de verano, vamos avanzando en septiembre y, con ello, en la vuelta a nuestras rutinas y obligaciones que nos tienen ocupadas todo el curso.

Durante los meses de julio y agosto una gran parte de vosotras y vosotros no requiere tanto nuestro acompañamiento. Os vais de vacaciones, a pasar el verano al pueblo, queréis pasar más tiempo de la familia y olvidaros de horarios… Así que nosotras también aprovechamos a descansar, recargar pilas e ir preparando el nuevo curso.

Por eso, para nosotras, para la entidad, septiembre significa retornar a la «normalidad». Este mes se retoman o inician los grupos de duelo. Siete grupos tenemos activos, siete espacios de apoyo emocional, de escucha, compresión y acompañamiento y de sostén en los que compartir uno de los sufrimientos más viscerales: el dolor por la muerte de un ser querido. Una de nuestras mayores satisfacciones que nos dais es escucharos decir, una vez que el grupo finaliza, el aprendizaje, la seguridad, el bienestar y el apoyo que os proporciona y el gran vínculo que se crea entre todas las personas que lo compartís.

Este mes también comienza el taller lúdico-terapéutico de Pequeños Pasos, el grupo de duelo para niñas y niños de entre 4 y 10 años. A través de juegos, manualidades, lecturas… les ayudamos a expresar y gestionar sus emociones y a canalizarlas en un entorno seguro y rodeados de iguales. Este taller se complementa con sesiones psicoeducativas con las mamás, papás o personas de referencia con el objetivo de que adquieran herramientas y recursos para acompañar a las y los peques.

Las formaciones y charlas es otra de las actividades que vuelven con el inicio de curso. En colegios, Centros de Salud, ayuntamientos, Servicios Sociales, otras entidades sociales… Duelo general, duelo infantil, divulgación de la entidad, final de vida… Formar a los profesionales de los ámbitos de la Salud, Educación y Social, que en su día a día laboral trabajan con personas que están viviendo un duelo, es primordial para avanzar en la normalización de la muerte y el duelo como parte de la vida.

A finales de mes, el domingo 26 de septiembre, disputaremos una nueva edición, la séptima, del Torneo Benéfico de Pádel, en la que aunamos deporte y solidaridad; y en octubre llega la Semana del Recuerdo, del 25 al 30, con varias actividades programadas en torno al duelo, y la ya más que asentada Jornada de Duelo. Encuentros con familiares y amigos de personas en duelo, Death cafés… y nuevos proyectos y actividades que tenemos en marcha (y de los que todavía no os podemos decir nada…), siempre con la mirada puesta en mejorar, mejorar como entidad y mejorar en nuestra atención hacia vosotras y vosotros.

¡Seguimos avanzando…!

Hace 19 años… que todo cambió

Todo empezó como una idea, una necesidad. Algo en el corazón palpitaba y vibraba sintiendo que el dolor y el duelo necesitaban un lugar donde poder sostenerse, necesitaban un sitio donde atenderlo, mirarlo y mimarlo.

Siempre he escuchado que de las grandes crisis pueden surgir grandes cambios, que en muchas ocasiones el dolor nos invita a la transformación, al movimiento, aunque en ese momento no podamos verlo. Después de 19 años, quiero contaros una historia…

Un día todo cambió. Un día alguien me dijo que todo el dolor tenía que tener un sentido, tenía que «servir» para algo y, a día de hoy, puedo y quiero decir que ese fue el inicio de esta larga andadura. Goizargi nace desde el dolor, desde la pérdida, desde la necesidad. Tal vez, y por qué no, desde el grito. Un grito a la sociedad para recordarle que las personas en duelo no somos «bichos raros» o «patatas calientes» que en muchas ocasiones no se sabe qué hacer con ellas.

Han sido años de construcción, una construcción lenta, poquito a poco, intentando asentar cimientos. Hemos crecido muy despacio, con cuidado y con mimo. Como esas recetas que requieren ingredientes difíciles de encontrar y necesitan tiempo de elaboración, de dejar que la masa asiente, suba, se haga…

El camino no siempre ha sido fácil. Me vienen a la cabeza tantos momentos, tantas personas, tantas anécdotas. Situaciones duras a las que hemos sabido hacer frente. Momentos, a veces instantes, donde el cansancio pesaba tanto y donde la piedra parecía tan grande que queríamos parar, tirar la toalla y dejar de pelear. Y eso jamás sucedió. Siempre aparecía una luz, pequeña o grande, que nos recordaba que el camino merecía la pena, que la lucha tenía un sentido, un gran sentido.

Ese día que la idea empezó a tomar realidad recuerdo decirme en voz alta que esta asociación tendría sentido el día que pudiésemos ayudar o conseguir que una persona en duelo lograse no sentirse sola, no sentirse extraña ni rara. Hoy, 19 años después, miro atrás y tomo consciencia del recorrido y de la importancia de lo sentido y de lo vivido. Creo y siento que el objetivo está más que cumplido. Hemos acompañado a muchas personas y familias en su dolor. Hemos marcado una forma y manera de acompañar, de dar espacio y lugar al dolor. Y cuando lo escribo me emociono y me vibra la tripa, y me recuerda que estoy, que estamos vivos y podemos sentir.

Por eso, gracias.
Gracias a cada persona que ha puesto su granito de arena para que esto sea lo que es.
Gracias a los y las profesionales y las personas voluntarias que han formado y forman parte de este proyecto.
Gracias a cada persona que ha luchado conmigo y junto a mí.
Gracias vida por el permiso que nos das para acompañar a cada persona que se acerca, por seguir manteniéndonos con luz y fuerza para hacerlo.

Hace años un día todo cambió. Hoy sigue cambiando… ¡y nos gusta!

 

Rakel Mateo, fundadora de Goizargi.

¿Nuestra sociedad está preparada para el duelo?

Hoy es martes y son las 18.00 horas de la tarde. A esta hora, semanalmente, María, Merche, Pedro, Lucía, Marisol, José Andrés… tienen una cita en el centro de Pamplona. Unos se acercan caminando con tranquilidad, otros llegan corriendo porque salen de sus trabajos y van con el tiempo justo. Conforme se juntan se saludan efusivamente, se miran con cariño y con afecto, se reconocen y se alegran de verse nuevamente. Durante hora y media van a compartir su vida.

A todos les une una misma experiencia, todos han perdido recientemente un ser querido y buscan un espacio seguro donde poder expresar su dolor y las emociones que les embargan. Se permiten llorar sin que sus lágrimas les sean negadas o juzgadas, comparten las dificultades del día a día, hablan de sus seres queridos muertos, al principio con mucho dolor, y poco a poco con naturalidad.

Todos ellos forman un grupo de iguales donde se sienten cómodos, saben que aquí el tiempo no les mete prisa, nadie les dice lo que está bien o mal, lo que tienen que hacer o no hacer. Aprenden juntos que las emociones que sienten ahora pueden ser intensas e incómodas, pero son funcionales; poco a poco van identificando y aceptando su tristeza, su pena, su miedo, su culpa, su rabia, su sorpresa… Saben que cuando afloran es porque necesitan ser miradas y sentidas, y aprenden a dejarlas fluir, a no evitarlas. Todos se acompañan y se dan la mano en el tobogán emocional que están experimentando y van normalizando poquito a poco lo que sienten y piensan.

Casi todos agradecen este espacio y constantemente reconocen el poder tenerse unos a otros. Es mágico observar cómo se cuidan con palabras y gestos de solidaridad y comprensión. En poco tiempo hacen un vínculo relacional especial y sincero basado en la confianza y en la seguridad. Se sienten bien acompañados.

Como habréis podido adivinar hablamos de un grupo de duelo, un espacio terapéutico especialmente creado para vivir el duelo en compañía de otras personas que están atravesando una vivencia similar.

La mayoría de los participantes valoran esta experiencia de manera muy positiva. El grupo es para ellos un espacio seguro, una cita que les da un respiro y un momento de contacto social, de relación con otras personas que hablan su mismo idioma y donde pueden ser ellos mismos, es decir, por un tiempo personas en duelo. Este espacio es un remanso a la soledad que en muchas ocasiones la sociedad les condena.

Como sabéis el duelo en un proceso natural, una respuesta casi instintiva a la muerte de un ser querido, pero nuestra sociedad, demasiadas veces, bloquea y sanciona la conexión con las emociones llamadas negativas o desagradables y, por tanto, impide respuestas naturales que permiten elaborar el duelo. Esto hace que un proceso sano y fluido se bloquee dando lugar a procesos complicados. La sociedad y el entorno social influyen en la forma de gestionar el duelo marcando el ritmo y el tiempo; es una realidad que la sociedad actual invita a pasar página rápido tratando de evitar el dolor y las emociones que suelen ir asociadas y que producen desagrado.

Como hemos visto en la experiencia grupal descrita, el dolor necesita espacio para ser transitado, necesita luz y a menudo el espacio grupal es el único sitio con el que el doliente cuenta para gestionar su dolor.

La sociedad no está preparada para gestionar la realidad de la muerte, ni para apoyar a las personas que experimentan la muerte de sus seres queridos. Nuestra sociedad vive de espaldas a la certeza de la muerte, se vive la muerte como un tabú, como un error, y cuando nos enfrentamos a ella el impacto es enorme. Por ello la pandemia ha sido una torta de realidad tremenda en nuestra sociedad hedonista.

En los últimos años de nuestra historia, la muerte se ha desnaturalizado, se ha convertido en un acontecimiento extraordinario. El ser humano ha querido alejar la muerte de su vida cotidiana con la frágil esperanza de desterrarla de su existencia. Esta ocultación y esta tendencia a evitar hablar de muerte o hablar de dolor es un intento de controlar el proceso desde la distancia emocional.

«Es mucho más frecuente que un amigo o familiar te anime a estar bien o a ser fuerte, a que te permita llorar o estar mal por un tiempo».

Necesitamos madurar como sociedad para permitir a los miembros dolientes vivir el proceso de dolor de forma sana. Necesitan que los acompañemos y sujetemos en su vulnerabilidad o en su fortaleza; necesitan la presencia, el permiso, la validación y la seguridad del grupo al que pertenecen para sentirse seguros y acompañados en la experiencia vital estresante de pérdida.

Nos necesitamos para celebrar juntos lo que la vida nos da y también para compartir el dolor de lo que la vida nos quita. Necesitamos una red social compasiva y comprensiva que pueda sujetar a sus miembros cuando sientan la vulnerabilidad natural y normal que trae consigo la pérdida.

El proceso de duelo es un proceso de adaptación a una nueva realidad y necesitamos que la sociedad nos dé el espacio y el tiempo que cada uno necesita para volver a ser de nuevo un miembro con la capacidad y funcionalidad adecuadas.

Ser conscientes de que tenemos esta tarea pendiente es un primer paso y cada granito de arena cuenta.

«Un chute de vida en el sentido más vital y doloroso de la palabra»

“Ha pasado un mes aproximadamente desde la finalización de Pinceladas I.

Iba ilusionada y a la expectativa. Me habían hablado tanto de que era un fin de semana intenso, que esperaba un chute de energía que creo necesitaba… Y no me decepcionó. Fue emocionante y catártico a la vez, un chute de vida en el sentido más vital y doloroso de la palabra.

He podido volver a conectar y recolocar, no ya el dolor, sino la ausencia. Esta falta tan grande de un compañero de vida que lo es todo, en todo momento y para todo. Está recolocado, pero no solucionado. La ausencia sigue allí, dejando un hueco que no puedo llenar y que de alguna forma no me deja vivir la vida como yo quiero, plenamente, un poco loca, dejándome arrastrar por los sentidos, por la belleza, por el amor hacia todas las cosas. No se trata de sustituir, se trata de reinventar la vida sin huecos, y eso me está costando. Él siempre estará en mi corazón y mi corazón está lleno, pero siento que a mi vida le falta algo, algo que no depende de nadie sino de mi misma. Sigo teniendo miedo a no poder conseguirlo a pesar de mis intentos.

He llorado, he sentido, he compartido y he sido feliz en el taller. Compartir mi dolor, mi experiencia, mis logros, mi vida… me ha llenado y me ha satisfecho. He tenido la sensación de conectar, de que mi experiencia, dolorosa al fin, ha dado sus frutos y que estos son hermosos y los puedo compartir.

Entré en el taller esperando emociones fuertes, una sacudida del alma, un empujón para la vida. Fue intenso y encontré lo que buscaba, más de lo que buscaba: un chute de autoestima; la certeza de que voy bien, por buen camino, pero también la certeza de que me queda mucho que hacer, quizás recorrer un camino que no se acaba nunca, en el que me haga y me rehaga mil veces, con luces y sombras; y la certeza de que todo depende solo de mí misma… aunque a veces necesite un buen empujón para echar a andar como el de PINCELADAS.

Me he dado cuenta de que os necesito, que habéis sido como un “fisio” que recoloca cada parte de mi cuerpo en el lugar que le corresponde; pero la vida revuelve una y otra vez y siento que el mantenimiento es necesario para seguir en la brecha a pecho descubierto, sin tapujos.

PINCELADAS I me ha mostrado que tengo superado el duelo, pero que no he encontrado aún el camino a “mi vida”. De momento, y las circunstancias me empujan a ello, me dejo llevar sin tener sujetas las riendas, y esto me crea cierta frustración con la que combato día a día. Soy tan consciente de lo feliz que fui y de la suerte que tuve con Ángel que ahora el día a día me parece anodino. Sé que me falta buscar ese algo que me daba la alegría para encarar el día y que me hacía disfrutar desde el mismo momento de amanecer, y sé que tengo que buscarlo en mí misma.

Soy yo la que me boicoteo, muchas veces sin darme cuenta, dejándome llevar, sin pelear siquiera. Lo sé. Me falta motor a veces… o quizás solo la gasolina… o tal vez un mapa, una guía, ese algo que dé sentido a mis pasos. Esa es mi tarea pendiente y tengo que reconocer que me está costando.

Quiero sacarle chispas a la vida como la saqué ese fin de semana junto a mis compañeros y a mis comandantes. Quiero verme reflejada en vosotras.

Necesito ayuda y quiero ayudar. Quiero, deseo PINCELADAS 2 y reencontrarnos de nuevo”.