Hace 19 años… que todo cambió
Todo empezó como una idea, una necesidad. Algo en el corazón palpitaba y vibraba sintiendo que el dolor y el duelo necesitaban un lugar donde poder sostenerse, necesitaban un sitio donde atenderlo, mirarlo y mimarlo.
Siempre he escuchado que de las grandes crisis pueden surgir grandes cambios, que en muchas ocasiones el dolor nos invita a la transformación, al movimiento, aunque en ese momento no podamos verlo. Después de 19 años, quiero contaros una historia…
Un día todo cambió. Un día alguien me dijo que todo el dolor tenía que tener un sentido, tenía que «servir» para algo y, a día de hoy, puedo y quiero decir que ese fue el inicio de esta larga andadura. Goizargi nace desde el dolor, desde la pérdida, desde la necesidad. Tal vez, y por qué no, desde el grito. Un grito a la sociedad para recordarle que las personas en duelo no somos «bichos raros» o «patatas calientes» que en muchas ocasiones no se sabe qué hacer con ellas.
Han sido años de construcción, una construcción lenta, poquito a poco, intentando asentar cimientos. Hemos crecido muy despacio, con cuidado y con mimo. Como esas recetas que requieren ingredientes difíciles de encontrar y necesitan tiempo de elaboración, de dejar que la masa asiente, suba, se haga…
El camino no siempre ha sido fácil. Me vienen a la cabeza tantos momentos, tantas personas, tantas anécdotas. Situaciones duras a las que hemos sabido hacer frente. Momentos, a veces instantes, donde el cansancio pesaba tanto y donde la piedra parecía tan grande que queríamos parar, tirar la toalla y dejar de pelear. Y eso jamás sucedió. Siempre aparecía una luz, pequeña o grande, que nos recordaba que el camino merecía la pena, que la lucha tenía un sentido, un gran sentido.
Ese día que la idea empezó a tomar realidad recuerdo decirme en voz alta que esta asociación tendría sentido el día que pudiésemos ayudar o conseguir que una persona en duelo lograse no sentirse sola, no sentirse extraña ni rara. Hoy, 19 años después, miro atrás y tomo consciencia del recorrido y de la importancia de lo sentido y de lo vivido. Creo y siento que el objetivo está más que cumplido. Hemos acompañado a muchas personas y familias en su dolor. Hemos marcado una forma y manera de acompañar, de dar espacio y lugar al dolor. Y cuando lo escribo me emociono y me vibra la tripa, y me recuerda que estoy, que estamos vivos y podemos sentir.
Por eso, gracias.
Gracias a cada persona que ha puesto su granito de arena para que esto sea lo que es.
Gracias a los y las profesionales y las personas voluntarias que han formado y forman parte de este proyecto.
Gracias a cada persona que ha luchado conmigo y junto a mí.
Gracias vida por el permiso que nos das para acompañar a cada persona que se acerca, por seguir manteniéndonos con luz y fuerza para hacerlo.
Hace años un día todo cambió. Hoy sigue cambiando… ¡y nos gusta!
Rakel Mateo, fundadora de Goizargi.